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Por Grupo Editor / 19 de Septiembre de 2014
 HERMINIA SEVERINI
 HASTA LA VICTORIA SIEMPRE

 
 El viernes 19 de Septiembre murió nuestra querida Herminia Severini, Madre de la plaza y militante social y política. Nació en marzo de 1926, "la penúltima de una familia de 16 hermanos", como ella misma supo relatar. Trabajó de mucama y enfermera, y al mismo tiempo participó de las luchas gremiales. El 4 de enero de 1977 su hija, Adriana "Paula" Bianchi fue asesinada en una emboscada en Santa Fe. Adriana integraba la secretaría Política de la organización Montoneros. Su cuerpo nunca fue entregado a su mamá. Desde entonces, Herminia comenzó su larga marcha de pañuelos. Hace ya algunos años, nuestro querido poeta Vicente Zito Lema dio forma a su "Pasión por la Justicia". Allí escribió: "abrió su corazón a todas las lluvias / con la inocencia del recién nacido. / Era el fervor de quien decide mover el mundo / día tras día… hora por hora / hasta lograr con sus manos el milagro". Ese fervor, ese fuego que no se termina de consumir, es -quizás- la mejor definición para Herminia. Compartimos dos textos, pálidos abrazos para mitigar tanta ausencia.


UN PUÑO Y UN PAÑUELO / Por Jorge Cadús
 

 Es imposible gambetear lo personal, aunque se sepa que hablamos de una historia colectiva. Con la década del 90 recién inaugurada, fue su voz gastada, dulce y firme, su voz bellamente disfónica de luchas, la primera de las voces de Madres que me invitó a la Plaza 25 de Mayo. Después, esas voces multiplicadas de las Madres rosarinas se hicieron el cobijo necesario ante la intemperie.
 ¿Es normal que imágenes olvidadas golpeen los ojos desde muy adentro? La tarde que se abrazó –después de tanto tiempo- con Darwinia Gallichio, cuando una serie de volantes miserables intentaron meterle miedo. El día en que le arrebató el caño a un milico para demostrarle que el pueblo también podía armarse. La bicicleta pintada en el frente de su casa, donde el patio poblado de plantas resguardaba abrazos, mate y discusiones. Son postales propias que vuelven, ahora que me dicen que Herminia descansa de tanta pelea.
 A lo mejor para engañar tanto dolor, creo fervientemente que, una vez más, anuda su pañuelo y cierra su mano. Que puño y pañuelo levantan vuelo. Y siguen marchando.
 Hasta la victoria.
 
 
 LA RUEDA DE LA MEMORIA / Por Pablo Álvarez*
 

 En el frente de su casa de barrio Belgrano quedó estampada una bici, una de las tantas que pedalean las paredes de Rosario.
 Herminia Severini aparece también en las calles y su voz se oye entre muchas otras voces que nos dicen que la vida podría, y debería, ser mejor y diferente, que salen a escribir la historia cada día, con palabras, con el cuerpo y una militancia incansable.
 Hace algún tiempo nos contó de su lucha junto al gremio de la Sanidad, cuando era enfermera y recorría con su bicicleta los piquetes de huelga, allá lejos, por el año 1959. Hoy Herminia tiene 80 años, como entonces sigue peleando y sigue siendo molesta para quienes desde las sombras trabajan por la muerte y el olvido.
 
 En la madrugada del 30 de mayo del 2006 quisieron intimidarla con volantes que mentían sobre su historia y difamaban su hija, Adriana Bianchi, desaparecida desde el 4 de enero de 1977 en la ciudad de Santa Fe, el volante decía que Adriana vive en Cuba, que es una de las que, "como otros tantos, se hace pasar por desaparecida". El apoyo popular no sólo echó por tierra a las mentiras, también demostró que hoy nadie puede sostener este discurso si no es a través del anonimato.
 Las Madres de Plaza 25 de Mayo estuvieron ahí, acompañando a Herminia a pesar de las diferencias políticas que las hace recorrer caminos diferentes, y esa tal vez haya sido la mayor derrota para los asesinos impunes, que nos quieren quietos, silenciosos y divididos.
 
 Hace algún tiempo Herminia viene trabajando por conseguir que los asesinados en diciembre de 2001 tengan un mismo lugar, para que nadie olvide que "esos muertos son muertos matados, y que fueron matados en democracia".
 "Creo que me hicieron esto por los juicios que se están abriendo y porque no quiero bajar los brazos. O quizás también porque quiero juicio y castigo para los responsables de las muertes de diciembre de 2001. A nuestros hijos los mataron para que no hablen, pero yo les doy palabra a los muertos y eso se ve que les duele a muchos".
 
 * Publicado en la edición Nº 13 de Alapalabra. (Edición papel) Agosto de 2006.
 
 
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 Imagen: Alapalabra
 













 

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