Por Jorge Cadús y Ariel Palacios / 29 de marzo
de 2013
MALVINAS, 31 AÑOS DESPUÉS
EL RELATO DE LOS SOBREVIVIENTES
La guerra que en 1982 y durante poco menos de
dos meses enfrentó a la Argentina con Gran
Bretaña es, quizá, el hecho de la historia
reciente más silenciado por los poderes de
turno. Una construcción del olvido proporcional
al dolor y las resistencias cotidianas de las
víctimas directas de la guerra: los soldados que
pelearon en las islas, al sur de tanto frío.
Rodolfo Caminos, Herminio Farías, Oscar Cabral y
Aureliano Díaz, miembros de la Asociación Civil
Veteranos de Guerra, son sobrevivientes del
conflicto bélico librado en el Atlántico Sur.
Parte de su historia está reflejada en el video
documental "No somos héroes", una crónica que
descubre los costados silenciados de aquel
enfrentamiento que, desde abril a junio de 1982,
puso a nuestro país (entonces bajo dictadura
militar) frente a Gran Bretaña. Ellos son los
encargados de trazar el mapa de un territorio
todavía por pensar: el de los soldados
sobrevivientes de Malvinas.

EL DESEMBARCO
A mediados de marzo del año 82 fuimos a
hacer prácticas de desembarco en el Golfo San
José, al sur, cerca de Puerto Madryn. Yo hacía
el servicio militar en el Batallón de Vehículos
Anfibios, los vehículos que desembarcan las
tropas del barco a las playas. Cuando volvimos
al Batallón, el 28 de marzo, nos dieron la orden
de poner todos los vehículos en condiciones. No
sabíamos qué pasaba, pero el Jefe de Batallón
nos dio la orden, así que a trabajar. Nos
preguntábamos qué pasará, porque también veíamos
en el Batallón una fila de camiones con
soldados. Ese día llegamos a las diez de la
mañana, a las tres de la mañana terminamos de
preparar los vehículos, nos llevaron a comer, a
bañarnos y a dormir, y a las seis de la mañana
arriba otra vez. Fuimos al pañol y retiramos
todos equipos "zona sur": botas, ropa, todo.
Nadie sabía dónde íbamos, qué pasaba. De ahí
otra vez a los vehículos, a Puerto Belgrano, y a
embarcar en el Cabo San Antonio, que es el buque
de desembarco de la Marina. El día 29, a las
ocho de la mañana, nos formaron en cubierta y
nos pusieron marchas militares. El buque zarpó,
salíamos de ahí, pero no sabíamos a dónde.
El 1 de abril, como a las diez de la noche, paró
el barco. Después de un par de horas viene el
contra-almirante Carlos Alberto Busi, el
comandante de la operación, habla por los
micrófonos del barco, y dice: "Estamos aquí en
Islas Malvinas. Nosotros tenemos la obligación
de recuperar las Islas. Y mañana ustedes serán
los vencedores. Viva la Patria". Vino el
capellán de la fuerza y nos entregó las
cadenitas con nuestros nombres. Imagínense la
desesperación nuestra. Nosotros no sabíamos
adónde íbamos, y de repente te venían los
cargadores con balas de verdad, granadas,
lanzacohetes, todo eso. Al otro día, a las cinco
cuarenta desembarcamos.
LA VIDA POR ERROR
Uno tiene que dar gracias a Dios por estar
aquí, porque en realidad el barco le erró la
entrada: teníamos que parar en un lugar, y fue a
parar a otro. Por suerte, porque los ingleses ya
sabían todo, los norteamericanos le daban
información por satélite, así que nos estaban
esperando. Por error el barco paró en otro lado,
y a las cinco cuarenta desembarcamos. Primero
los comandos anfibios y después nosotros. Y a
las nueve de la mañana ya estaban recuperadas
las Islas. Avanzamos a Puerto Argentino, ellos
se replegaron, y nosotros tuvimos cinco bajas:
el capitán Giacchino (un torturador, que entró a
la guerra pensando que iba a secuestrar
estudiantes, y no se dio cuenta que enfrente
había otros oficiales militares), un cabo
enfermero, y tres colimbas del Batallón 1 de
Infantería. A las diez empezaron a llegar los
aviones argentinos con las tropas. Yo estuve dos
o tres días y pegamos la vuelta. Esa fue nuestra
tarea: desembarcar, tomar las islas, y después
se hace cargo el Ejército.
LA BANDERITA
Era emoción, porque de chiquito me habían
enseñado en la escuela que las Malvinas eran
nuestras, y que en algún momento la teníamos que
recuperar. Teníamos entre 19 y 20 años. Tuvimos
una adolescencia tan jodida, tan vacía, estaba
todo limitado a lo que a la dictadura se le
ocurriera. No había debates. Desaparecía gente.
La colimba, como la guerra, era algo nuevo. Eran
muy pocos los que por ahí pensaban diferente.
Todos estaban de acuerdo con la locura de la
guerra. El pueblo estaba de acuerdo, toda
Argentina salía con la banderita.
ALISTADOS
Nosotros estábamos de campaña en Cabo Peña,
y cuando volvimos quedamos acuartelados.
Teníamos que estar dentro del cuartel, sin poder
salir. Nosotros pensábamos que era por los
disturbios en Plaza de Mayo, cuando la gente
salió a protestar contra la Junta Militar, y
pensábamos que nos tocaba ir a reprimir a
civiles. La noche del primero al dos de abril
estábamos durmiendo y de golpe y porrazo entra
el cabo tocando pito, gritando "Al pie de la
cama. Formen"; y nos dicen "A la Sala de armas.
Alistarse". Alistarse era ir a buscar todo el
equipo de combate, ir a las camionetas y
esperar. Yo cargué todo, me tiré en la caja de
la camioneta, me tapé y chau. Me desperté en el
Polígono de tiro de Río Grande. Cuando
encendemos la radio oímos una marcha militar y
el Comunicado Nº 1 de las Fuerzas Armadas, "se
tomaron las Islas Malvinas". Así que yo me
enteré por la radio.
ÚLTIMOS DÍAS EN MALVINAS
Hay una imagen muy usada que es por una ruta
del aeropuerto, van tirando las armas, hay
montañas de fusiles. Ahí dejamos las armas al
tercer día. Las balas, las armas, las granadas,
todo.
Después, durante los días que permanecimos
prisioneros en las Islas nos tocó trabajar,
limpiar todo el pueblo, que había quedado un
desastre. Dos días en el pueblo, cuatro días al
aeropuerto, donde ya estaba todo destruido.
Desarmamos la pista de aluminio, las entradas a
la pista, unas franjas anchas, y juntamos los
tarros de 200 litros del combustible para los
helicópteros, y hacíamos el techito con eso. No
había otra cosa. Los galpones estaban todos
destruidos.
Uno de esos días fuimos a los galpones, que
ocupaban los de Aviación. Y ahí nos encontramos
con una cantidad increíble de mercaderías, de
comida, galletitas, chocolate, leche condensada,
leche en polvo, latitas de arvejas. Todo lo que
uno puede imaginar en un supermercado. Había dos
galpones llenos, dos galpones de ésos en donde
entran aviones, así que calculá. Y eso no fue
repartido, no fue usado. Todo eso quedó ahí.
EL SILENCIO IMPUESTO
No hay que olvidarse que la guerra terminó
en junio del 82, y la dictadura recién terminó
en diciembre del 83. Hubo más de un año en el
que los militares seguían gobernando, y no les
convenía que nosotros contemos la verdad.
Entonces nos ocultaron, decían "estos están
locos". Hasta hace poco tiempo no se habló de
las torturas, los estaqueamientos, los
fusilamientos por parte de las Fuerzas Armadas
argentinas hacia los soldados. No eran los
soldados ingleses los que nos estaqueaban: eran
cabos, suboficiales, tenientes argentinos, a
soldados argentinos. Y nos estaqueaban por robar
una oveja para comer.
En Corrientes hace muchos años que hay
denuncias, y recién ahora hay una causa por
torturas y fusilamientos de tropas argentinas a
soldados. Pero nos llevó muchos años hacer esto.
Y en estos años estamos hablando de
aproximadamente 700 suicidios después de la
guerra. Todos los que estuvimos allá tenemos,
por el llamado stres post-traumático, como
mínimo el 25% de nuestro aparato psíquico
destruido. Es normal en estas situaciones. Y hay
chicos que no han podido soportar esta carga y
se han suicidado. Pero fundamentalmente es
porque en esos años en que vos tenés que
contener psicológicamente al que vino de la
guerra hubo un vacío muy grande. Nos largaron
como Tarzán: en bolas y a los gritos. Así
quedamos nosotros.
Pero hay que tener en claro que no los mataron
los ingleses, no se suicidaron. Esto fue
producto de la dictadura. Esto es lo que hay que
decir. No que el inglés vino y te mató. No.
Porque si no el concepto está equivocado. En el
fondo la cuestión es que la dictadura nos mandó
a una guerra que no tenía sentido. Entonces
¿quién es responsable? Los militares. De cada
suicidio que hubo después de Malvinas, los
únicos responsables son los militares. Y todos
los civiles que colaboraron con ellos. Dirán, 'y
los ingleses, imperialistas...' Está bien. Yo sé
bien qué son los ingleses. Pero ellos tenían la
pólvora y nosotros llevamos el fósforo.
CONTINUIDADES
No se puede hablar de Malvinas sin hablar
del Golpe de Estado del '76. Y no se puede
hablar del Golpe de Estado del '76 sin hablar de
la masacre del '55 en Plaza de Mayo, o de la
matanza de los basurales del '56. Hay muchos
hechos protagonizados por los militares donde
siempre hemos pagado el pato los civiles, la
clase trabajadora, los estudiantes, los
intelectuales. El hecho más profundo, mas
marcado fue el bombardeo a Plaza de Mayo en
1955. Si nuestros políticos hubiesen sido más
lúcidos y hubieran interpretado de qué son
capaces los militares, que bombardean Plaza de
Mayo en pleno día, cuando había miles de
personas...
Todo cae en lo mismo. La dictadura generó un
hecho bélico para salvar su situación política.
¿Quiénes fueron entonces los que mataron a los
chicos? ¿Quiénes hasta el día de hoy los siguen
matando? Fueron los militares. Ni más ni menos
que los militares. Esto es lo que tiene que
entender la gente.
Es imposible hablar de la guerra de Malvinas sin
hablar de todo esto. Malvinas no es un hecho
aislado, es una cadena. Y estoy convencido que
Malvinas terminó con esta cadena de asesinatos
de estos delincuentes. Lo que tenemos hoy lo
podemos pelear, lo podemos mejorar. Pero lo otro
era la muerte.
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Imagen: Carina Barbuscia sobre foto de archivo.
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