Por Espacio Juicio y Castigo / 29 de Marzo de
2013
A 37 AÑOS DEL GOLPE GENOCIDA
SUEÑOS QUE DESVELAN
En el marco de un nuevo aniversario del último
Golpe de Estado, el Espacio Juicio y Castigo
Rosario, que reúne a nuestras Madres de Plaza 25
de Mayo, Familiares de Detenidos Desaparecidos,
HIJOS, APDH y el Colectivo de Ex Presos y
Sobrevivientes, y al que se suman un amplio
abanico de organizaciones gremiales, sociales y
políticas, convocó a una movilización que reunió
a más de veinte mil personas en las calles de la
ciudad. Río de encuentros, abrazos y consignas
que desembocó en el Monumento Nacional a la
Bandera, donde se compartió el Documento
conjunto elaborado en ese Espacio, que aquí
compartimos. Antes y después, las canciones
interpretadas por Neyén Moura y El Regreso del
Coelacanto se mezclaron con el pulso de los
bombos y el redoble de los parches.
Audio: A 37 años del Golpe genocida cívico y
militar (Fragmento)
Los treinta mil desaparecidos fueron parte de
una generación que asumió la militancia como una
forma de vida, que entendió que militar era la
mejor manera de poner sus vidas al servicio de
un ideal superior, la liberación de nuestra
patria. Una generación que sintió que estaba
construyendo la historia día a día. Que
reconoció la historia de lucha de nuestro
pueblo, desde el principio mismo del nacimiento
como Nación, y se sintió continuadora lógica de
esa historia, porque el enemigo seguía siendo el
mismo, y sigue siéndolo. Querían que no hubiera
pobres, que los trabajadores tuvieran sus
derechos respetados, y que el imperialismo y sus
sirvientes internos no tuvieran poder sobre el
pueblo.
La solidaridad, la inclusión y el amor hacia los
demás no fueron parte de la utopía de aquellos
años, sino una realidad convertida en práctica
concreta y cotidiana. Se hicieron carne de esos
ideales. Los abrazaron con su juventud completa.
Tenían la voz firme y clara para preguntar o
reclamar por lo que hacía falta. Fueron quienes
tenían la fuerza de la pasión y la alegría para
transformar todo lo que estuviera a su alcance y
más.
No fueron una generación suicida, fueron jóvenes
que encontraron en la militancia la alegría para
vivir teniendo ideales tan importantes y
generosos, que valían la pena jugarse la vida
por ellos. En definitiva, una juventud que
cumplió el rol de toda juventud: ser el motor de
cambio de las injusticias de la sociedad en que
vive.
El golpe del 24 de Marzo de 1976, significó un
punto de inflexión en la sociedad argentina, ya
que interrumpió y fracturó la valiosa trama
social, política y cultural que existía hasta
ese momento. Los intentos de hacer retroceder a
los trabajadores y al pueblo, en general, en sus
conquistas sociales y políticas, obtenidas
fundamentalmente durante el primer gobierno
peronista, siempre habían encontrado resistencia
popular, que impedía la instauración de un
proyecto agroexportador, requerido por el
imperialismo, sostenido por las oligarquías
nativas, para esta parte del continente.
A fines de los años sesenta y principios de los
setenta, se vivía en la Argentina una vitalidad
política, con la incorporación de amplios
sectores juveniles, pese que todavía estaba
presente en la memoria colectiva, los golpes de
Estado anteriores, con su secuela de muertes,
tortura y cárceles. La situación argentina,
tenía su correlato en buena parte de América
Latina, por esa misma razón el imperialismo y
sus aliados internos, programaron la misma
solución global: golpes de Estado, llevados
adelante por ejércitos nacionales, que en
realidad se transformaron en “ejércitos de
ocupación”.
El golpe del 24 de Marzo de 1976 hizo parecer a
los golpes anteriores como meros ensayos
devaluados, de un terrorismo de Estado
incipiente, que ahora se manifestaba con toda su
violencia y ferocidad. Las muertes, secuestros,
torturas y cárceles fueron superiores a
cualquier experiencia anterior, además
aparecieron formas más siniestras de represión:
los centros clandestinos de detención, las
desapariciones, la apropiación de bebes, el robo
de bienes de los detenidos, bajo el eufemismo de
“botín de guerra”. La represión tenía como
destinatarios un amplio espectro de la
población: militantes políticos, con o sin
armas, estudiantes u obreros, militantes
sociales, religiosos, docentes, cooperativistas,
en suma cualquier persona que llevara o pudiera
llevar una resistencia de la índole que fuera,
al proyecto que se pretendía instaurar. El
objetivo de este terrorismo de Estado genocida,
aparte de eliminar a quienes se le enfrentaban
realmente, era imponer el miedo en la sociedad,
para que esta se paralice, y acate sumisa el
nuevo estado de situación.
La dictadura destruyó industrias y provocó
numerosos despidos, multiplicó geométricamente
la deuda externa, transformando al país
económicamente en un rehén de la especulación
financiera, por las décadas venideras. Este era
el verdadero motivo del golpe: hundirnos
definitivamente en la mayor dependencia
cultural, política y económica, de la que se
tenga memoria.
Más allá, de las muertes y desapariciones, de
las torturas y las prisiones, de las leyes de
olvido y los indultos, de los nietos recuperados
y los que faltan recuperar, del dolor que nunca
termina para los familiares y compañeros de los
que ya no están, de la justicia obtenida y de la
que falta obtener, nuevamente el objetivo de
acallar para siempre la voluntad popular no lo
pudieron cumplir.
Hoy, muchos asesinos genocidas están condenados
y otros esperando la condena en procesos, que
aunque se alargan más de lo tolerable, terminan
con condenas. Y hoy también, como cada 24 de
marzo, recordamos este día en honor a nuestros
compañeros, porque el pueblo, aunque a veces,
pareciera perder el rumbo por miedo o confusión,
retoma siempre sus banderas para seguir la lucha
por una sociedad más justa y más igualitaria.
En nuestro país tenemos la satisfacción de ser
el primero en el mundo de juzgar un genocidio
dentro de sus fronteras y frente a jueces
naturales, acorde al debido proceso
constitucional. Estos procesos son posibles
debido a la lucha del pueblo argentino, a las
víctimas del estado terrorista, a la decisión
política de un gobierno y a la lucha
inclaudicable de las organizaciones de DDHH. Que
los juicios sigan desarrollándose es de vital
importancia para el fortalecimiento de nuestra
democracia.
La gravedad de los delitos cometidos por los
usurpadores del poder en la última dictadura
militar conjuntamente con los participes civiles
y la cúpula de la iglesia es de tal gravedad,
que su impunidad determinaría una sociedad
desarrollada sin cimientos y sin memoria. La
sanción legal reviste la mayor entidad de verdad
en nuestra democracia, el recuerdo de los
hechos, la sanción de sus responsables y la
reivindicación de sus víctimas supone la
posibilidad cierta de un futuro mejor.
En lo que va del año se suspendieron dos juicios
en Rosario.
El tiempo transcurrido desde la comisión de los
hechos nos juega en contra, la edad de los
responsables también. Tuvieron más de tres
décadas para eliminar las pruebas, para
perfeccionar los pactos de silencio. Es por ello
que la consigna este 24 de marzo debe ser JUICIO
Y CASTIGO YA.
Los organismos de DDHH, las organizaciones
sociales, políticas y gremiales reclamamos la
urgente aceleración de las causas y que estas
sean unificadas; es una deuda pendiente para la
profundización de la acción de la justicia para
con todos los responsables del genocidio en
nuestro país, además de la inmediata búsqueda de
los supuestos prófugos, que no dudamos los
encontraran en sus casas.
También exigimos que no se demoren las
confirmaciones definitivas de las sentencias,
que duermen en los tribunales superiores. Por
nosotros y por las nuevas generaciones que a
diario se suman a la política con la esperanza
de una patria mejor.
Cada 24 de marzo recordamos también a todos
aquellos compañeros que formaron parte de la
lucha y que hoy están en nuestra memoria, sin su
generoso aporte los que hoy continuamos en este
camino nunca hubiéramos llegado a esta verdadera
instancia histórica, punto de inflexión en la
historia argentina, que queda como ejemplo a las
generaciones futuras. Nunca bajamos los brazos
ante la injusticia, por eso la vigencia de
nuestras consignas.
Queremos recordar especialmente a los testigos
Jorge Julio López y Silvia Suppo, para quienes
no dejaremos jamás de reclamar justicia por su
desaparición y asesinato.
Durante décadas los juzgados han desconocido,
que los delitos cometidos por los represores del
terrorismo de Estado contra los colimbas y
soldados de Malvinas, deban ser considerados de
lesa humanidad. Queremos remarcar esta demanda,
del mismo modo que lo hacemos con los delitos
sexuales cometidos contra detenidas y detenidos
políticos. En esa misma dirección acompañamos el
reclamo para hacer visible el especial
ensañamiento de los genocidas con los militantes
de la comunidad LGTB. En numerosos testimonios
surgidos a lo largo de los juicios a los
represores, aparecen manifestadas esas
situaciones, del mismo modo que ocurrió con
aquellas personas pertenecientes a la
colectividad judía, o a los Testigos de Jeová
por dar otro ejemplo. La dictadura fue militar,
pero también civil y clerical.
Entre sus objetivos, además de reorientar la
nación hacia un modelo agroexportador y
dependiente en el aspecto económico, apuntó a
producir un disciplinamiento cultural
supuestamente basado en los valores occidentales
y cristianos, por eso fue impulsada y bendecida
por la oligarquía y la cúpula de la Iglesia
Argentina.
La dictadura fue un plan genocida dirigido hacia
el conjunto de la sociedad, que para imponerse
se propuso como objetivo militar primordial
eliminar a las organizaciones gremiales,
políticas y sociales. Los desaparecidos en su
amplia mayoría pertenecían a movimientos,
sindicatos, partidos y agrupaciones. Por esa
misma razón reivindicamos e impulsamos la
participación y la militancia como herramienta
para producir los necesarios cambios sociales.
Desde esa óptica, no podemos dejar de sentir
como propia la pérdida de un sólo militante
social, como los recientes casos de Mariano
Ferreyra del Partido Obrero, Jere, Patom y Mono
del Frente Darío Santillán o Mercedes Delgado,
de las comunidades eclesiales de base del barrio
Ludueña.
Vemos con especial preocupación cómo el nivel de
violencia, vinculada a al fenómeno narcopolicial
creciente, ha empezado a poner en riesgo la vida
de aquellos que ponen el cuerpo allí donde el
Estado no está presente. Del mismo modo que nos
alarman las recientes denuncias que dan cuenta
de tareas de inteligencia realizadas por la
gendarmería contra organizaciones populares.
Vivimos un tiempo distinto en América Latina.
El sueño de los primeros hombres y mujeres que
lucharon por una patria grande, unida y
antimperialista, como San Martín, Bolívar y
Artigas, levantado como bandera por tantas
generaciones a través de nuestra historia, ha
vuelto a revivir en esta última década en
nuestros países. Los importantes avances y
conquistas obtenidos a lo largo y ancho del
subcontinente, no pueden entenderse sino en el
marco de ese proceso de integración de los
pueblos, el cual no está exentos de poderosos
opositores de adentro y de afuera.
Consolidar esta etapa, camino hacia una segunda
y definitiva independencia sudamericana, será
una de las mejores reivindicaciones que podamos
hacer a los 30 mil desaparecidos.
A pesar de esos pasos dados hacia adelante, aún
sufrimos graves consecuencias del neoliberalismo
instaurado por los genocidas y profundizado como
nunca en la década de los noventa.
El fin de la pobreza, la trata de personas, la
inclusión de todo los sectores sociales, la
reforma profunda de las policías, fuerzas de
seguridad y sistemas penitenciarios; la
democratización de la comunicación, la justicia
y la tenencia segura de la tierra; el derecho al
aborto legal, seguro y gratuito, la recuperación
del sistema de transporte público, la
nacionalización de todos los recursos naturales
y su manejo ambientalmente sustentable, la
reparación histórica para nuestros pueblos
originarios, la ampliación de derechos de los
trabajadores, son algunos de los tantos caminos
que tenemos seguir transitando y para los cuales
debemos aprender de la experiencia histórica
acumulada; pero siempre desde la comprensión de
que la realidad se cambia con la organización
colectiva y la participación política.
Hemos alcanzado en estos años un piso más alto,
pero nuestros sueños son ambiciosos, como los
que desvelaron a los 30 mil compañeros
desaparecidos.
30 mil compañeros desaparecidos ¡presentes!
¡No olvidamos, no perdonamos, no nos
reconciliamos!
¡Restitución de los hijos de desaparecidos
apropiados por los genocidas!
¡Juicio y castigo para todos los responsables
del terrorismo de Estado y sus cómplices!
¡Sentencia firme para todos los condenados en
Argentina por delitos de lesa humanidad!
¡Exigimos la aceleración de las causas por
crímenes del terrorismo de Estado que todavía
duermen en los tribunales!
¡Exigimos la unificación del juicio “Pili
Rodríguez” con el resto de los casos del Cordón
Industrial de San Lorenzo!
¡Exigimos juicio y castigo para los responsables
materiales y políticos de los asesinatos de Juan
Alberto Delgado, Rubén Pereyra, Ricardo
Villalba, Walter Campos, Yanina García, Graciela
Acosta, Claudio Lepratti, Graciela Machado y
Marcelo Paccini, cometidos en por la policía de
Reutemann en diciembre de 2001! ¡Juicio y
castigo a responsables de los 35 asesinatos de
diciembre de 2001!
¡Repudiamos todo acto persecución y espionaje a
organizaciones sociales y populares como los
recientemente conocidos, en los que se denuncian
tareas de inteligencia realizadas por la
gendarmería contra diferentes agrupaciones
políticas, gremiales y de derechos humanos,
entre ellas muchas de nuestra ciudad! ¡No a la
judicialización y criminalización de la
protesta! ¡Cierre de las causas contra los
estudiantes de la UNR!
¡Exigimos el Juicio y Castigo a los responsables
materiales y políticos de los asesinatos de
Sandra Cabrera, Maximiliano Kosteki, Darío
Santillán, Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra,
Cristian Ferreyra, de la comunidad Qom, los
campesinos del Mocase, de Jere, Patom y Mono, de
Cesar Oviedo y de Merecedes Delgado! ¡Exigimos
justicia y el esclarecimiento del ataque sufrido
por los militantes del Movimiento Evita de
barrio Nuevo Alberdi! ¡Exigimos el cierre del
IRAR! ¡Exigimos justicia para todas las víctimas
de violencia institucional! ¡Justicia por las
víctimas de Once!
Repudiamos el circo realizado por los británicos
con el referendo en Malvinas.
Repudiamos la decisión de la Corte Suprema de
Uruguay en favor de los genocidas.
¡Exigimos justicia y el esclarecimiento de la
desaparición y asesinato de los testigos de
juicios contra los genocidas Jorge Julio López y
Silvia Suppo!
Debemos realizar una vez más un contundente
repudio a las declaraciones del genocida Jorge
Rafael Videla, quien llamó a armarse para
derrocar al gobierno.
¡No a los golpes institucionales contra los
gobiernos populares de Latinoamérica!
Queremos abrazar en este momento, a todos los
compatriotas sudamericanos, especialmente a los
venezolanos ¡Viva Hugo Chávez! ¡Viva la patria
grande!