Por Pablo Álvarez / 21 de Marzo de 2013
ESCUELA MADRES DE PLAZA 25 DE MAYO
UNA VENTANA HACIA EL PORVENIR
Pasaron casi cinco años, era una mañana del año
2008, cuando las Madres de Plaza 25 de Mayo
visitaron la recién nacida Escuela de Educación
Media Nº 514. La institución que antes dependía
de la Escuela de Educación Primaria Nº 518 Fray
Mamerto Esquiú, todavía no tenía nombre y
asomaba a la experiencia de construir un
establecimiento con identidad propia, a partir
del trabajo horizontal y solidario de sus
docentes. Fue precisamente ese sentido colectivo
el que disparó la idea: -Es nuestra Escuela, y
se llamará Madres de Plaza 25 de Mayo- en
homenaje a estas mujeres que cada jueves, desde
hace más de 30 años, dan cuerda al universo para
que no se detenga. Votado en su mayoría por
docentes y alumnos, al nombre le faltaba
solamente la firma del Ministerio de Educación
de la Provincia. La rúbrica llegó esta semana y
el próximo lunes 25 de marzo, a 37 años del
golpe genocida, la Escuela realizará el acto de
imposición de su nombre, que girando y girando,
nunca estará quieto.
Audio: Aída Albarrán - Escritora y docente
Apenas finalizaba el Siglo XX cuando el escritor
uruguayo, Eduardo Galeano, decía que era un
derecho soñar, y así se animaba a imaginar un
futuro, no muy lejano:
En Argentina, las locas
de Plaza de Mayo serán
un ejemplo de salud mental,
porque ellas se negaron a olvidar
en los tiempos de la amnesia
obligatoria.
No pasaron muchos años, y el sueño se va
construyendo, de a poquitito.
La Escuela de Enseñanza Media 514, desde hoy
tiene nombre: Madres de Plaza 25 de Mayo.
-Es un nombre que acaricia el alma- dijo Aída
Albarrán, escritora y docente rosarina, una de
las gestoras del proyecto, que contó emocionada,
en la Plaza 25 de Mayo, los fundamentos:
-En un país que venera a sus muertos, y los
recuerda el día de su muerte, proponíamos
recordar a un grupo de mujeres que son ejemplo
de vida...
Las palabras fueron escritas por Guillermo
Monsalvez, docente de la escuela. Reproducimos
el texto completo, en la voz de Aída Albarrán, y
compartimos el poema de Elena Belmont, Madre de
Plaza 25 de Mayo, poeta y docente quien -hace
muchos años, junto a las Hermanas Olga y Leticia
Cossettini- ya trabajaba por una educación
basada en la ternura y el sentido colectivo.
CANTO A LOS MAESTROS DESAPARECIDOS / Por
Elena Belmont
Están aquí.
Para ellos, maestros, las corolas abiertas
nuestras más hermosas palabras y las lágrimas.
De las flores oscuras de mi cuerpo
puedo yo sucumbir a sus miradas.
Están allá en las aulas, echando sus raíces.
Están aquí en los niños, en sus clases enseñando
qué es el pan y en racimo.
¡Ah! dolor de los patios saliéndose a las manos.
Campanas desplegadas
cantaron y lloraron.
Las aulas insumisas con sus bancos
van poblando las sombras de sus noches
en el paso insondable de los hombres.
En el viento un niño está llamando
y no sólo le responde
la voz enronquecida de su llanto.
Su corazón es grito dilatado
dentro de su ternura de oro desmayado.
Espumas de granadas y metales
están tiñendo el aire en un ritmo de niños
en un germen de luz, iluminados.
Enarbolan sus venas,
con el sol, con territorio
con almas de banderas.
A los maestros desaparecidos,
a los libres, generosos y fuertes,
a los constructores, a los fortalecedores.
Gigantes mariposas de alas anchas
en este grito azul de mi garganta.
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Imagen: Carina Barbuscia sobre fotos de
Alapalabra.