Por Jorge Cadús / 31 de Mayo de 2013
ROSARIO: LOS SAQUEOS DE 1989
PAÍS CON UN OJO NEGRO
La corta primavera del alfonsinismo democrático
iniciada en 1983 y jaqueada con las leyes de
impunidad de 1985, cerró definitivamente sus
puertas en 1989, en mitad de una derrota
electoral contundente, cajas PAN, reclamos
carapintadas, saqueos generalizados y una dura
represión a las movilizaciones populares de
protesta. El justicialista Víctor Reviglio
gobernaba la provincia de Santa Fe, y el radical
Horacio Usandizaga había renunciado como
intendente de Rosario ante el triunfo de Carlos
Menem. Sitiada por más de 3.000 uniformados que
generaron alrededor de 1.600 detenidos, entre
ellos pibes de cuatro años, nuestra ciudad fue
uno de los focos de aquellas manifestaciones que
derivaron en el alejamiento anticipado del poder
de Raúl Alfonsín, y el comienzo de la década
menemista. Crónica de un tiempo que huele
todavía, 24 años después, a pólvora y abismo.
Audio: Adrián Abonizio - País del ojo negro
LA RECTA FINAL 1989 será el año del cierre definitivo de la
primavera alfonsinista. El gobierno radical
surgido de las elecciones de 1983 había nacido
de una propuesta de 100 puntos que iban desde la
reforma agraria a la revisión de la deuda
externa, y su bandera era el Preámbulo de la
Constitución Nacional recitado por Raúl Ricardo
Alfonsín en cada acto proselitista.
El radicalismo -en el gobierno desde 1983- se
animó a enjuiciar a los miembros de las Juntas
militares que saquearon el país desde 1976; se
plantó discursivamente contra las políticas
emanadas desde los Estados Unidos sosteniendo el
gasto social del Estado; y se envalentonó por
primera vez contra la Sociedad Rural en su
propia fiesta. Pero en poco tiempo se apagó
entre sus alianzas con las corporaciones
sindicales y de capitales de siempre; una
política económica endémica que profundizó la
pobreza de amplios sectores de la población, y
marcados desaciertos políticos, como las leyes
de punto final y obediencia debida, que
consagraron la impunidad.
En marzo de 1989, en el periódico Acción, el
periodista Félix Marcos aclara que "la crisis
que azota a la sociedad argentina, con efectos
que se descargan sobre los sectores populares,
la pequeña, mediana -y hasta en parte- gran
empresa es una crisis de un modelo de
producción, el capitalista".
En las elecciones presidenciales del 14 de mayo
de 1989, el binomio Carlos Menem y Eduardo
Duhalde se impuso sobre la fórmula encabezada
por Eduardo Angeloz y Juan Manuel Casella. El
peronismo retornaba al poder, bajo una consigna
lanzada desde cada afiche callejero por el
candidato riojano: "¡Síganme! No los voy a
defraudar".
El especialista en temas económicos, Daniel
Muchnik, describe que "Menem y Alfonsín se
reunieron con el fin de que el justicialismo
avalara las medidas económicas y trajera calma a
los mercados, pero la lógica política indicaba
que había que dejar que el radicalismo se
hundiera en el abismo más profundo (...)
Alfonsín se dirigió por cadena nacional para
comunicar que continuaría 'solo' hasta el 10 de
diciembre", fecha prevista para el cambio de
autoridades.
"Todo había empezado algunas horas antes,
durante la fría noche del domingo 28 de mayo,
mientras el entonces presidente Raúl Alfonsín
pronunciaba un discurso. 'Alfonsín no había
terminado de hablar cuando una turba de dos mil
personas rompió las persianas y las puertas de
mi negocio para saquearlo. Se llevaron todo',
cuenta Carlos Dolce, propietario del
supermercado La Sandro, que estaba ubicado en
Mister Ross 730, en la zona sur de la ciudad. La
sucursal no volvió a abrir sus puertas. Tampoco
el Supercoop, perteneciente a una cooperativa
obrera. En 48 horas unos cien comercios fueron
saqueados en un estallido social sin
precedentes, que transformó a la ciudad, por
entonces acéfala, en tierra de nadie",
reconstruyó la periodista Evelyn Arach cuando se
cumplieron 20 años de aquellas jornadas.
CORRER LA CONEJA En Rosario, el intendente radical Horacio
Uzandizaga había renunciado, "cumpliendo el
juramento" de irse si Carlos Menem era elegido
presidente. El titular del Concejo Deliberante,
Carlos Ramírez, estaba provisoriamente en el
poder, que ocupó hasta noviembre de ese año.
La hiperinflación, las corridas y la mala
información inauguraron la última década del
siglo veinte; década que abría en estos
arrabales con el fantasma flaco del hambre
mordiendo los talones de las mayorías populares:
desde 1983 a 1989 el porcentaje de pobres
estructurales se mantuvo en el 18%; y los
"empobrecidos" treparon del 5% al 20%.
Las cajas del Plan Alimentario Nacional (PAN) no
alcanzaron a tapar la bronca en las calles, y
apenas unos días después del triunfo electoral
del menemismo el mercado Supercoop de la ciudad
de Córdoba conoció la furia de los desposeídos.
Cuenta Muchnik que "los saqueos se sucedieron en
el Gran Rosario, Buenos Aires y Mendoza, dejando
como saldo una decena de muertos, detenidos y la
imposición del Estado de Sitio por 30 días".
En la noche del 29 de mayo, el gobernador de la
provincia de Santa Fe, Víctor Félix Reviglio,
habla en cadena: "Esperábamos que esto
sucediera... hay crisis, hay marginados...
apropiarse de lo ajeno no es lo correcto pero es
entendible", dice el mandatario justicialista.
Después, le solicitará a Alfonsín que instalara
el estado de sitio y envíe tropas de Prefectura,
Gendarmería y Policía Federal.
"Este país tiene un ojo negro", sintetizó en una
de sus canciones ese año el cantautor rosarino
Adrián Abonizio, descifrando la vida cotidiana
de estos arrabales.
Y describió a esta tierra herida, con "una lanza
clavada en el costado / y un halcón que le vuela
la sonrisa". Territorio sitiado por "gigantes
con dientes de sable", donde las muñecas
"sangran al decir mamá"; un país "blanco y verde
como un pájaro vivo" al que "han disecado como a
un mapa de colegio".
La descripción de la Argentina de finales del
alfonsinismo que traza Abonizio en aquellas
canciones -muchas de las cuales permanecen
inéditas- es puntual, y descarnada: "Los
soldados se pintan como tu mamá; / y hay un
señor elegido que a todos pide permisos, / menos
a vos, que diste la vida / por una consigna que
hoy no vale cinco guitas. / Marihuana entre
rejas / hoy corrés la coneja / como el ciego en
el subte / que canta villancicos aunque no sea
navidad..."
Pero también toma el tiempo exacto para
acariciar con ternura al país dolor: "no importa
tu locura, / tu llave, tu cárcel a la
fuerza...", asume el trovador de los tiempos
difíciles.
REPRESIÓN Y GAMBETA En el año 2009, Víctor Reviglio reveló lo
que era un secreto a voces: "El establishment
estaba asustado. Me vinieron a apretar para que
reprimiera con violencia y yo le dije que íbamos
a defender la vida de la gente". El "establishment",
dice Reviglio, eran "empresarios importantes de
la ciudad y a algunos dueños de medios de
comunicación".
"En Rosario no hubo muertos", señaló entonces el
exgobernador.
El artista plástico, profesor y militante Rubén
Naranjo escribió en nombre de la Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos (APDH) el
documento "Informe de Situación", donde describe
la realidad social y política de Rosario, y la
represión sobre los sectores que se movilizaron
en las jornadas de fines de mayo y principios de
junio de 1989.
"En el hambre -único protagonista de los hechos
vividos en Rosario- debe basarse cualquier
análisis social válido de las acciones
emprendidas por el pueblo de Rosario", escribe
Naranjo en su trabajo.
"Personal de civil ocupando automóviles
policiales con sus patentes cubiertas de barro y
el número identificatorio cubierto con papeles
pegados; automóviles particulares sin patente
alguna; personal civil provisto de armamento de
guerra; secuestro de personas llevados a cabo
por civiles con el rostro cubierto; atentados
contra ciudadanos efectuados con Itakas desde
coches particulares sin patentes; allanamientos
múltiples en todos los barrios con secuestro de
elementos de propiedad de las familias", enumera
ese documento.
Gobernaba la provincia el ingeniero Félix
Reviglio, y su Ministro de Gobierno -
interpelado por entonces en la Cámara de
Diputados a raíz de estos hechos- era Alberto
Didier.
Las cifras de la represión en los días de mayo
de 1989 son reveladoras: 1.500 efectivos de la
Policía provincial, 300 de la Policía Federal,
4.000 gendarmes llegados desde distintos puntos
del país, 400 Albatros (grupo de élite de
Prefectura) y el apoyo logístico del II Cuerpo
de Ejército a cargo del general Cáceres
generaron a lo largo de diez días 1.500
allanamientos donde se detuvieron a 1.600
personas, entre los que se encontraban familias
completas con pibes de 2 y 4 años.
Esos detenidos, remitidos a las comisarías, la
Escuela de Policía y hasta a la Sociedad Rural,
"fueron sometidos a apremios ilegales,
simulacros de fusilamientos, presiones
psicológicas diversas", consigna el informe de
Naranjo, que sintetiza los resultados de ese
accionar: "siete muertos, cientos de heridos con
munición de plomo y de goma, más de 1.600
detenidos de los cuales 23 fueron puestos a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional".
"Cabe agregar a esos números la tremenda cuota
de terror vivida en la ciudad por la sucesión de
hechos originados en el hambre, debidamente
direccionados por elementos de derecha, apoyados
por denuncias de funcionarios públicos que
atribuyeron la magnitud de los desórdenes a la
izquierda (...) y la prédica constante de los
comunicadores sociales que no tuvieron prurito
alguno en solicitar la implantación de la pena
capital para defender el derecho a la propiedad
que los hambrientos ponían en peligro", sostiene
el escrito.
Aquellos saqueos de 1989 en el Gran Rosario
también fueron escuela de urgencias para los
habitantes de los barrios marginados: "Los
saqueos de 1989 nos ayudaron a organizarnos",
relatan los integrantes de más edad de la
organización La Vagancia, motorizada por Claudio
Pocho Lepratti desde las tripas del barrio
Ludueña.
Y ejemplifican: "a nivel vecino, si uno se
robaba, o saqueaba todo lo que sea café, y el
otro se saqueaba todo lo que fuera galletitas,
después se intercambiaba, te doy café, me das
galletitas. Nos íbamos intercambiando".
La situación de movilizaciones populares,
saqueos y represión obligó a adelantar el cambio
de autoridades nacionales. Raúl Alfonsín entregó
el gobierno a Carlos Menem cinco meses antes del
final de su mandato. Fue el 9 de julio de 1989.
Argentina, tierra dolor. País con un ojo negro.
**//**
Imagen: Carina Barbuscia sobre foto de archivo.
"País del ojo negro" permanece inédito. El demo
aquí reproducido por gentileza de su autor fue
grabado por el músico Claudio Cardone en sus
estudios, en el año 1990.