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Por Jorge Cadús / 10 de Mayo de 2013
30 AÑOS DE LOS ASESINATOS DE CAMBIASSO Y PEREYRA ROSSI
A SU DEBIDO TIEMPO / PRIMERA PARTE

El 14 de mayo se cumplen treinta años del secuestro y fusilamiento de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi. Los crímenes de El Viejo y Carlón, cometidos en mayo de 1983, siguen dando forma a una causa judicial que puede poner al descubierto la serie de órdenes que instrumentaron el plan represivo de finales de la dictadura. Después de 30 años de lucha permanente en las calles y en los pasillos de Tribunales, la Justicia comienza a colarse por algunos resquicios. Esos mismos resquicios que tal vez intuyó "Carlón" Pereyra Rossi, cuando escribió "sé que serán devueltos / los servicios prestados / a su debido tiempo". Primera parte de una crónica necesaria.



LOS HECHOS
La historia puede comenzar a contarse desde el relato de media docena de testigos.
En la mañana del sábado 14 de mayo de 1983, Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi fueron vistos con vida por última vez en un bar de Córdoba y Ovidio Lagos. Cambiaso y Pereyra Rossi estaban reunidos en el bar Magnum, planificando la reorganización del movimiento peronista en el advenimiento de la democracia.
Ninguno de los dos vio estacionar un Furgón Mercedes Benz, sin patente, del que bajaron cinco hombres armados vestidos de civil. Tras ingresar al lugar fueron inmediatamente a la mesa de los dos militantes y los golpearon con culatazos mientras ponían a los clientes contra la pared.
El único testigo de la causa, reveló la presencia de dos Ford Falcon, uno celeste metalizado, con patente de Capital Federal, y el otro amarillo. Según este testimonio los dos dirigentes fueron llevados al Furgón, que partió escoltado por los otros dos autos.

El 17 de mayo de 1983 el Ministerio del Interior de la Nación y la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires, difundieron un parte donde afirmaban que habían sido "abatidos en un enfrentamiento" con la policía bonaerense.
De acuerdo a esa versión oficial, los militantes habrían muerto luego de un "intenso tiroteo" con efectivos del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional Tigre, al mando del oficial inspector Luis Abelardo Patti, secundado por el sargento Rodolfo Diéguez y el cabo Juan Amadeo Spataro.
Según esa explicación, el "enfrentamiento" ocurrió a las 17.30 del sábado 14 de mayo de 1983, a la altura del kilómetro 103 de la ruta Panamericana, cerca de la localidad bonaerense de Lima. Cambiaso y Pereyra Rossi habrían usado "un arma 9 milímetros y una pistola calibre 38".
El entonces Jefe de la Policía Bonaerense, general Fernando Verplaetsen, felicitó a los agentes involucrados: "acá se parte de la base de que son malos y actuaron mal, y yo creo que actuaron muy bien", sostuvo el militar.
Sus palabras fueron respaldadas por el Jefe del Ejército, general Cristino Nicolaides, y por el presidente de la Nación, general Reynaldo Benito Bignone, quien calificó a los tres asesinos como "tres jóvenes valientes".

JUECES
El 20 de mayo del 2004, el abogado Norberto Olivares relató que "la causa tuvo, en sus inicios, en 1983 al juez de Rosario Eldo Juárez, que investigó el presunto delito de secuestro. Como los cuerpos aparecen fusilados en un campo cerca de Zárate, en jurisdicción de la provincia de Buenos Aires, y habiendo intervenido la Policía de esa provincia, se da una cuestión de competencia. Y Juárez dice que el que tiene que seguir investigando es el juez de San Nicolás. La postura de los familiares es que el secuestro y la muerte eran parte de un mismo hecho y por tanto la investigación tenía que ser única, y producirse acá en Rosario porque el secuestro se había producido en Rosario. Se sigue el hilo investigativo de la versión oficial: el enfrentamiento. Primero se dicta la falta de mérito, y después sobreseimiento definitivo para Patti y los otros dos policías. Allí, la instancia judicial, por lo menos en el país, queda culminada".

El Juez Federal de San Nicolás Luis Hilario Milessi, investigó el hecho bajo la carátula de "atentado y resistencia a la autoridad, abuso de armas, doble homicidio en riña y tenencia de arma". Milessi era "un ex miembro de las Fuerzas Armadas y padre de un médico policial de la zona de San Nicolás", como lo denunció en esos días el abogado Augusto Conte.
Sin embargo, una autopsia realizada el 21 de mayo de ese mismo año comprobó que Cambiaso murió "tras recibir un balazo en la nuca, disparado a menos de un metro de distancia", y que tenía "signos de golpes en sus hombros, codos y rodillas". Otro examen médico demostró que Pereyra Rossi "fue torturado con picana", antes de ser asesinado de un tiro. La autopsia reveló también que los fusilamientos se produjeron el mismo 14 de mayo, a las 17:00 hs aproximadamente.

Diferentes investigaciones mencionan como el posible lugar donde los militantes fueron sometidos a esas torturas el centro clandestino que funcionaba en la Escuela Magnasco (en Ovidio Lagos y Zeballos) y un furgón estacionado en el costado de bulevar Oroño contra el obrador de Circunvalación.

La investigación tomó impulso con lo hecho por el juez penal de San Nicolás, Juan Carlos Marchetti, quien dictó la prisión preventiva de los policías.
En las pericias realizadas durante la tercera autopsia por el doctor Eduardo Pedace, un histopatólogo de 79 años experto en balística, se demostró que los disparos fueron hechos desde menos de dos metros.
Marchetti dispuso la prisión preventiva de los tres policías, acusados de "homicidio calificado reiterado", y ordenó las detenciones del médico policial José Gobbi (autor de la primera autopsia) y del comisario Carlos Pascual Guaragna, acusados de "falso testimonio y falsificación de documento público".
Para ese entonces, el juez rosarino Jorge Eldo Juárez había remitido todas las actuaciones a Marchetti, pidiendo la unificación de las causas. Los acusados Luis Abelardo Patti, Rodolfo Diéguez y Juan Amadeo Spataro quedaron detenidos en la unidad carcelaria Nº 3 del Servicio Penitenciario Provincial, en San Nicolás.
Pero por un tiempo breve: el 4 de noviembre de 1983, la Cámara Segunda de Apelaciones de esa ciudad confirmó el sobreseimiento provisorio. Los tres policías quedaron en libertad. El tribunal consignó en su fallo que "los testigos fueron modificando sus dichos originales".
Con el tiempo, el sobreseimiento provisorio se convirtió en definitivo, el mismo día que se sancionaba la ley de Obediencia Debida.

VOCES
En forma paralela a las dos investigaciones judiciales, un grupo de abogados de diferentes corrientes políticas conformaron una Comisión Investigadora que se ocupó del caso. Participaron de ella, entre otros, Marcelo Parrilli, Nilda Garré y el ya mencionado Augusto Conte.
Esa Comisión presentó a fines de mayo de 1983 ante los Juzgados intervinientes una nota anónima con una descripción de los hechos, donde se revelaba que "el propio sargento Dieguez habría comentado a sus compañeros de Zárate que Patti fusiló a cambiaso y Pereyra Rossi por la espalda, a pesar de que en ningún momento habían ofrecido resistencia". Además, el anónimo sostenía que "para este hecho eligieron a Patti por sus antecedentes criminales, su sangre fría y su cinismo, y porque siempre se jacta de que no habla ni pasándole la picana".
La nota relataba que ya secuestrados, los dirigentes fueron "trasladados a un galpón donde, tras grandes forcejeos, son reducidos y se les inyectan somníferos", para después asesinarlos.
"El oficial principal y el cabo Spataro bajan del patrullero que conducía el sargento Diéguez y descargan sus escopetas por atrás sobre los cuerpos inermes (y anestesiados) de los secuestrados", afirmaba la carta, para seguir contando que luego "son colocadas en manos de los muertos las armas calibre 38 y 9, y las hacen disparar, para demostrar en el posterior peritaje que los muertos habían participado activamente de un tiroteo".
El documento denunciaba que la autopsia a los cadáveres fue realizada "por médicos amigos" que la hicieron "de cualquier forma", y descubría también la feroz interna policial, y las relaciones entre las distintas fuerzas y servicios de inteligencia.

TESTIGOS
En sede judicial solamente declaró uno de los testigos del secuestro en el bar Magnum, de apellido Suárez. El juez federal nicoleño Juan Marchetti sostuvo que "un solo testimonio no alcanza" para probar la detención ilegal, y conectar el hecho con el fusilamiento de los secuestrados.
Sin embargo, Ethel Cambiaso cuenta que "el secuestro fue presenciado por varios parroquianos, pero cuando se les pidió que comparecieran ante el juez pidieron que no los comprometieran". La hermana del dirigente asesinado contó que el dueño del bar "sufrió una descompensación cardíaca cuando iba hacia el tribunal, y finalmente no compareció".

En una conferencia de prensa en 1983, Gladys Cambiaso destacó que el testimonio del mozo del bar ante la policía no era el mismo que ella había recibido personalmente de ese testigo. Los investigadores explicaron que "la información había sido lograda mediante el ejercicio de una cierta insistencia o presión sobre el declarante". La hermana del dirigente asesinado incluyó el testimonio de "una persona que se encontraba al lado del kiosco de diarios y pudo ver que quienes realizaban el operativo portaban ostensiblemente armas y utilizaban por lo menos dos vehículos, una camioneta azul y un Ford Falcon o un Torino". El testigo afirmó que "una de las víctimas fue sacada del bar con la boca amordazada, conducida a la rastra por el suelo, con la cara sobre el piso, e introducida a la camioneta por la parte trasera". Este testigo entró al bar luego de los hechos, y vio al mozo limpiando una mancha de sangre en el piso.
Cuando el 4 de noviembre, la Cámara 2ª de Apelaciones de San Nicolás confirmó el sobreseimiento provisorio de los policías acusados, ratificando el pronunciamiento del juez Marchetti, consignó en su fallo que los testigos fueron modificando sus dichos originales: "Uno no vio lo que parece insólito no viera, otro no oyó lo que era audible para cualquiera; aquel no estaba donde debía estar".
Y pese a calificar "de débil contextura" la credibilidad de Patti, dictó el sobreseimiento.

EL PERFIL DE UN ASESINO
El nombre de Patti aparece en el Legajo de la Conadep Nº 2530.
Allí puede leerse: "Patti: alias 'El Loco'. Oficial de policía. Integrante del Grupo de Tareas del Centro clandestino de detención que funcionaba en la Comisaría de Tigre, provincia de Buenos Aires".
Cuenta el periodista Horacio Verbitsky que los vecinos de Baigorrita, un pueblo del oeste de la provincia de Buenos Aires cercano a Junín, "recuerdan a Patti como el adolescente que torturaba y mataba gatos para desesperación de su madre, Manuela Presi".

María Isabel Mariani, integrante de Abuelas de Plaza de Mayo, lo reconoció como uno de miembros de la patota que irrumpieron en su casa, un día después de la desaparición de su hijo Daniel Mariani, su nuera Diana Teruggi y su nieta Clara Anahí. Cuenta Norberto Olivares: "Patti no solamente participó activamente de la policía de Camps en la década del '70, fue un dilecto discípulo de Camps. No sólo participa en el asesinato de Cambiasso, sino que ha mantenido desde entonces una permanente conducta de represor, de apología del delito, apología de la represión, de los apremios ilegales. Y con esta ola de la inseguridad que ha aparecido en el debate, vuelve a aparecer como un catedrático, un especialista en inseguridad. Un tipo que tiene las manos manchadas de sangre y el alma sucia por toda esta situación".

Luis Abelardo Patti -como el asesino de Tucumán, Antonio Bussi, o el pequeño dictador de Salta, Ulloa- se recicló en democracia, predicando "mano dura" y "orden" en épocas de difusión de inseguridades.
Para el periodista e historiador Osvaldo Bayer, "Obediencia Debida y Punto Final hicieron posibles el nido de víboras que permitió a Bussi en Tucumán, a Patti en Escobar, a Ruiz Palacios en el Chaco, a Ulloa en Salta, a los policías santafecinos siempre presentes en las mismas oficinas desde donde torturaron y a todos los demás que pasaron después de la carta blanca de las dos nefastas leyes a compartir las instituciones que tendrían que haber estado reservadas para quienes demostraron en los años de la infamia un poco de coraje civil y vergüenza democrática. El Congreso de la Nación los legitimó. Fue el Parlamento -que tendría que ser el símbolo por excelencia de la democracia- el que escondió los cadáveres en el ropero".

DOCUMENTOS
En el año 2002, el Departamento de Estado estadounidense desclasificó sus archivos relacionados con la represión ilegal en Argentina entre 1975 y 1983.
En relación con el asesinato de Cambiaso y Pereyra Rossi, se encontró un telegrama de la embajada norteamericana donde aparece el apellido Pati, sindicado como uno de los responsables de la operación de mayo del 83 en Rosario.
"Existe la amplia presunción de que lo que parece haber sido una ejecución no habría ocurrido si no hubiesen existido órdenes de la cúpula militar", sostiene uno de los documentos de la embajada estadounidense en Buenos Aires, que evidentemente no creía en la historia oficial.

Más allá de algunos errores ortográficos y de tipeo, en los archivos originales, en su gran mayoría en inglés, aparece el apellido "Pati", señalado como uno de los responsables de la operación. Los telegramas que la embajada remitió al Departamento de Estado reiteran las acusaciones de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH): "Fue un claro caso de asesinato realizado por grupos parapoliciales o paramilitares".
En junio del 83, los documentos de la Embajada reflejan el estado de las investigaciones paralelas de los jueces Juan Marchetti y Jorge Eldo Juárez, cada uno en su correspondiente jurisdicción. "Marchetti ordenó la reconstrucción de los hechos después de estudiar una segunda autopsia de los cuerpos. La nueva autopsia indica que Cambiaso fue baleado desde corta distancia y Pereyra recibió shocks eléctricos. La primera autopsia, realizada por policías forenses, inexplicablemente omite estos descubrimientos", destacan.
Y afirman que "existe la amplia presunción de que lo que parece haber sido una ejecución no habría ocurrido sin órdenes de la cúpula militar. Ya circulan rumores sobre la posibilidad de un alejamiento de Bignone", para añadir que "la Junta insistiría en remover el caso de la jurisdicción de Marchetti y pasar el caso a una corte militar. Según entendemos, esto sólo podría hacerse produciendo evidencia que pruebe que los policías actuaron bajo órdenes militares".

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Imagen: Carina Barbuscia sobre fotos de juventudliberacion.bligoo.com.ar, villadelrosario.wordpress.com y pagina12.com.ar
 

 

 

 

 
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