Por Carlos Del Frade / 10 de Mayo de 2013
EUGENIO ZITELLI, OTRA VEZ PROCESADO
UN CURA EN EL INFIERNO
Pocos días atrás, la Justicia Federal de Rosario
procesó al cura Alfredo Zitelli, como probable
partícipe necesario de los delitos de privación
ilegal de la libertad agravada por mediar
violencia y amenazas, en los casos que tuvieron
como víctimas a Patricio Pedro Downes; Tomasa
Verdum; José Raúl Villarreal; María del Rosario
Ortíz de Villarreal; y Miguel Ángel López.
Zitelli ejerció el sacerdocio hasta el año
pasado como cura párroco de la iglesia San Pedro
Apóstol de la localidad santafesina de Casilda,
ubicada a 50 kilómetros al sudoeste de Rosario,
cuando fue procesado en la misma causa por igual
delito pero en otros casos. Reproducimos parte
del trabajo “El Rosario de Galtieri y Feced”,
del periodista y escritor Carlos del Frade,
publicado en el año 2002; material que está
incluido en la denuncia contra el sacerdote.

Desde el año 1964, Eugenio Segundo Zitelli fue
capellán de la policía rosarina y como tal fue
colaborador durante el terrorismo de estado tal
como lo reconoce el mismísimo y temible ex jefe
de las mazmorras del Servicio de Informaciones,
Agustín Feced, en su declaración ante el juzgado
de instrucción militar en 1986. A pesar de las
denuncias realizadas a partir de 1984, Zitelli
nunca fue cuestionado por el poder político
casildense y provincial. Su impunidad lo llevó a
bendecir los actos centrales por el bicentenario
y hasta participó de misas en la que se recordó
a Evita, una verdadera provocación para los
sobrevivientes de aquella década del setenta que
hicieron de la abanderada de los humildes la
síntesis revolucionaria de sus vidas. Ahora le
llega su turno en la justicia. Ya es tiempo que
El Gringo –tal como se lo conoce desde los
tiempos en el seminario- comience a degustar su
última cena en libertad. ¿Qué dirá ahora el
Vaticano y el arzobispado rosarino en torno a
Zitelli? Es tiempo de memoria, verdad y
justicia.
LOS FUSILAMIENTOS
Galtieri inició su proyecto del “nuevo orden
de paz de cien años” con fusilamientos de
detenidos torturados en el Servicio de
Informaciones.
En la madrugada del 17 de octubre de 1976,
Cristina Constanzo, María Cristina Márquez,
Analía María Murgiondo, José Oyarzábal, Sergio
Jalil, Eduardo Laus y Daniel Oscar Brajacoba,
fueron trasladados de la ochava de San Lorenzo y
Dorrego hasta Los Surgentes, en la provincia de
Córdoba.
Allí fueron bajados, los formaron en fila y los
fusilaron.
Dejaron las cápsulas servidas.
Luego transportaron los cuerpos hasta el
Hospital San Roque y terminaron en una fosa
común en el cementerio de San Vicente, en la
ciudad de Córdoba.
El caso sirvió para demostrar la práctica de
algunos sacerdotes que vendían información falsa
a los familiares, como el padre Héctor García,
secretario del entonces arzobispo rosarino,
Guillermo Bolatti; o el accionar del capellán
policial, desde 1964, Eugenio Zitelli que no
condenaba la tortura si no que solamente podía
alarmarse si le decían que violaban alguna
mujer. Y de hecho, ni Feced ni ninguno de los
suyos le iban a decir que violentaban
adolescentes torturadas.
Nelma Jalil era la mamá de Sergio.
Su testimonio sintentiza el drama y la esperanza
de las Madres.
La simpleza de una mujer de barrio que se
enfrenta, a puro amor, contra los responsables
del terrorismo de estado y sus socios de sotana.
“El 14 de octubre de 1976 empieza nuestro drama.
Se presentaron en mi casa quince o veinte
hombres fuertemente armados, que vestían ropa de
fajina, parecía que tenían peluca, barba y
bigotes postizos. Estaban tan excitados que
parecían drogados. Dijeron ser de la policía, de
la jefatura y que venían a buscar a mi hijo
Sergio. El no estaba en casa. Lo mismo pasaron,
revolvieron y buscaron hasta el último rincón.
Al ver que no estaba se fueron diciendo “vamos,
vamos que está todo levantado”.
“Después que se fueron el comentario en la
familia, vivían mi hija, mi yerno y mi marido.
Viste lo que dijeron, que estábamos todos
levantados. Mirá vos, con un ejército dentro de
la casa íbamos a quedar durmiendo...No tonta, no
es eso...
“El 15 a la tarde a Sergio lo detienen en calle
República 3635 en un procedimiento que matan a
una chica que le decían Lala. Eso nos enteramos
después por los vecinos, recorriendo, íbamos con
fotos. Los vecinos nos contaron que esta chica
Lala estaba de rodillas implorando que no la
maten, totalmente desarmada y la mataron a
quemarropas. A Sergio lo detienen, le vendan los
ojos con un pulover rojo que tenía en la
cintura, lo esposan y lo llevan en un auto
blanco a Jefatura donde lo torturan
salvajemente...Esto pasó el 15 y el 17 a la
madrugada junto a seis compañeros son llevados a
Los Surgentes donde son fusilados.
LOS CURAS ZITELLI Y GARCÍA
“Yo fui a hablar con el padre Zitelli que
era muy amigo del padre Griffa que se crió con
mi marido y en una carta muy extensa le pidió,
le suplicaba que hiciera todo lo posible por
informarnos”, siguió diciendo Nelma.
“Y entonces el padre Zitelli nos recibió y me
dijo que no le correspondía a ellos. Que tenían
otra misión. Son tantas las que vienen por lo
mismo. Yo no puedo hacer nada. No me
corresponde, yo tengo otras cosas más
importantes de las que ocuparme. Así que dígale
al querido Antonito, por Griffa, que
lamentablemente no lo puedo complacer en su
pedido”, explicó la increíble rosarina de la
zona norte.
Pero quizás el caso de mayor vergüenza para los
cristianos sea la práctica del cura García, el
secretario de monseñor Bolatti.
“El padre García me tuvo engañada tanto tiempo.
Me decía que Sergio estaba bien, que como se
había recibido ese año de agrónomo lo tenían
trabajando de agrónomo en el campo que estaba
perfectamente y que de un momento a otro iba a
estar con nosotros. Y me decía siempre ya falta
menos, falta menos, ya va a llegar y un día,
víspera de navidad, las navidades eran terribles
para mi y siguen siendo, me dice Señora póngase
contenta, vaya a su casa, prepárele la camita,
ventílele toda la ropita, prepárele la comida
que más le gusta porque esta navidad Sergio la
pasa con ustedes. Yo me fui enloquecida a mi
casa y empecé a hacer todo lo que él había
dicho. Y me dispuse a esperarlo... y Sergio no
llegó. El padre García era el secretario del
obispo Bolatti y él se encargaba de dar falsas
noticias a los familiares de los desaparecidos a
cambio de regalos que él mismo nos pedía. Me
acuerdo que un día me pidió un maletín de cuero
y yo en ese momento no contaba con dinero porque
había abandonado todas mis actividades, yo
trabajaba en el comercio con mi esposo y me
dediqué únicamente a buscar a Sergio, entonces
no contaba con dinero y juntando las moneditas y
fui y le compré el maletín y se lo regalé. Le
llevaba vinos finísimos y como yo desfilaban las
madres porque a todas nos tenía igual. Hasta que
un día me convencieron sobre lo que estaba
pasando y yo nunca más le llevé regalitos pero
tampoco tuve más audiencias”.
ZITELLI FUE ASCENDIDO POR EL VATICANO
El presbítero Eugenio Zitelli, actual cura
párroco de la iglesia San Pedro Apóstol de
Casilda, fue nombrado monseñor a fines de 1998
por el Vaticano y el honor será conferido por el
arzobispo Eduardo Vicente Mirás.
Zitelli fue capellán de la Jefatura de Policía
rosarina desde finales de los años sesenta hasta
el inicio de la democracia. Fue denunciado como
colaborador de los torturadores y su nombre
aparece en el informe de la CONADEP, conocido
como “Nunca Más”.
Justificó las torturas ante el ex sacerdote
Angel Presello al decir que “sin tortura no hay
información”. Una de las sobrevivientes del
centro clandestino de detención que funcionó en
el servicio de informaciones, en la esquina de
San Lorenzo y Dorrego, aseguró que “Zitelli se
indignaba frente a las denuncias de violaciones,
pero ante las demás torturas manifestaba que son
un medio para obtener información”.
Angel Presello fue uno de los tantos sacerdotes
que abandonaron los hábitos a principios de los
años setenta, como consecuencia de la distancia
práctica que evidenciaba la jerarquía de la
Iglesia Católica argentina con respecto a los
postulados del Concilio Ecuménico II, que había
inaugurado el Papa Juan XXIII, en octubre de
1961, con la clara consigna de "nutrir de aire
fresco al interior de la Iglesia".
Contemporáneo de Zitelli, Presello se encontró
varias veces con el capellán de la Jefatura de
Policía de Rosario, y le preguntó sobre los
hechos que se vivían durante los años de plomo.
"Sin tortura no hay información", fue la frase
que más le impactó a Presello que, hasta el día
de hoy, no puede entender la participación del
sacerdote casildense como calma espiritual de la
banda de Feced.
"No tiene nada que ver con el cristianismo ni
con el compromiso con la vida que supone el
sacerdocio. Decir semejante cosa escapa de
cualquier intento de justificación", indicó
Presello.
Por su parte, la abogada Olga Cabrera Hansen,
secuestrada el 9 de noviembre de 1976 y detenida
en el Servicio de Informaciones hasta diciembre
de aquel año, también denunció al padre Zitelli
como colaborador de los torturadores.
"Por presión de nuestros familiares, se logró
que el capellán de alcaidía preste asistencia
espiritual. Se presentó el cura Zitelli quien
solo se indignó frente a las denuncias de
violaciones, manifestando que le habían
prometido que eso había terminado. Respecto a
las demás torturas manifestó que son un medio
para obtener información".
Zitelli, como consecuencia de las denuncias
realizadas por el grupo defensor de los derechos
humanos casildense UMANO (Unidos por la Memoria
y Ante el Olvido), sostuvo, por medio de la
televisión lugareña, el 26 de setiembre de 1995,
que se explicaba la represión. "No justifico la
represión, pero me la explico. No me consta que
se torturaba allí (por la jefatura)", dijo
entonces.
También pidió perdón en nombre los "policías
creyentes y no creyentes, incluido Feced, que
atentaron contra la dignidad humana".
"Perdimos nueve hombres y otros treinta
terminaron heridos y llenamos los hospitales y
sanatorios", agregó incluyéndose en las filas
policiales a las cuales, efectivamente,
pertenecía desde el año 1964.
A raíz de estas declaraciones, un suboficial
retirado de la policía provincial, destacó ante
este cronista que "Zitelli miente”. A principios
del 76, cuando me tocó hacer guardia en ese
entrepiso que daba a la ochava de San Lorenzo y
Dorrego, donde una escalera comunicaba a las
piezas donde estaban, por separado, las mujeres
y los hombres detenidos, asistí a una sesión de
tortura donde él estaba presente".
El ex integrante de la fuerza de seguridad que
prestaba servicios cuando la Jefatura pedía
colaboración a la unidad del departamento
Caseros, recordó que "era un muchacho joven. Lo
habían atado a una cama metálica, de esas que
hay en los consultorios, con una manija que
hacía abrir la cama a medida que aumentaba la
electricidad que le aplicaban con la picana. Eso
era destructor", indica el suboficial que quiso
mantener el anonimato.
Agregó que "en esa oportunidad estaban presentes
el comandante Agustín Feced y a su lado el padre
Zitelli, así que no puede decir semejante
mentira sobre que no había o no sabía si se
torturaba". Cuando este diario le preguntó si
podía haber sido otra persona, otro sacerdote,
el ex policía contestó que "no. Es imposible que
me equivoque porque lo conozco de verlo tantas
veces en la ciudad de Casilda".
Mirás, tanto en Rosario, como en Casilda,
repitió que "no se ha demostrado nada de todo lo
que se dice sobre Zitelli". El arzobispo agregó
que "la Iglesia hizo lo que pudo durante
aquellos años".
A fines de 1995, Eduardo Vicente Mirás, ex
presidente de la Comisión de Fe y Cultura de la
Conferencia Episcopal Argentina, fue uno de los
redactores del informe que la Iglesia hizo en
relación la corresponsabilidad de la cúpula con
los jerarcas de la dictadura.
La "corresponsabilidad" es un término utilizado
por el Papa Juan Pablo II, en la carta pastoral
de fines de 1994, "Mientras se aproxima el
tercer milenio". Allí se postulaba que, durante
distintos períodos de la historia del siglo XX y
en diferentes países del mundo, las iglesias
regionales dieron a los regímenes totalitarios.
A pesar de los testimonios, el Vaticano, a
través del arzobispo rosarino Eduardo Mirás,
convirtió al presbítero Eugenio Zitelli en
monseñor.
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Imagen: Carina Barbuscia sobre foto de
umanocasilda.blogspot.com
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