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Pablo Álvarez / 2 de Mayo de 2013
CÁNDIDO LÓPEZ Y EL PARAGUAY
LOS CAMPOS DE BATALLA

Una vez más, un representante del conservador Partido Colorado de Paraguay, el multimillonario Horacio Cartes, empresario tabacalero, llega al poder. Esta vez en las primeras elecciones abiertas que se producen tras el golpe institucional que puso fin al gobierno progresista de Fernando Lugo, sólo una interrupción frente a las seis décadas en que reinó, muchas veces a sangre y fuego, el mismo partido. Paraguay nace entre la sangre y la resistencia, nunca acaba de nacer. Sabe de lenguas prohibidas que cantan desnudas y vive una guerra fantasma que se sigue librando después de 143 años. El trabajo que aquí publicamos forma parte del libro "Cine y agua. En defensa del acuífero guaraní y sus pueblos" (Editorial Ciudad Gótica. Rosario, 2009), opus 10 de la colección Estación Cine, un proyecto cultural que por iniciativa de Sergio Luis Fuster se propone hace décadas contar y entender nuestras historias, desde la mirada cinematográfica que lejos de petrificar a los pueblos como meros espectadores, nos invita a ser protagonistas.

Negro, no pidas nada, ni esperes nada. No te darán
Menos mendigues ni te lastimes. ¿A qué implorar?
Negro…Negro, no pidas nada. Mejor será…
Julián Centeya

No es este un cuento de misterios, aunque voces de otros tiempos se hagan oír.
No es una historia de fantasmas, aunque la sangre siga corriendo por venas invisibles.
Sucede que los muertos están ahí, nos hablan y nos rondan, porque fueron pero siguen siendo, como sigue siendo la mano asesina que oscureció las aguas del río y ordenó hace tiempo el olvido y los ojos cerrados.
Esta es una historia de guerra. Vencedores y vencidos, armamentos y pertrechos, tesoros escondidos y lenguas prohibidas que resisten a la muerte y al paso firme de los tiempos.
En el medio, una calma mentirosa que se hizo dueña de un relato que sólo es relato para no decir.
Corría 1865 cuando estalló la Gran guerra, tal vez la más silenciada en las aulas y en los textos oficiales, la triple alianza conformada por los ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay se aprestaba al exterminio, implacable, contra el Paraguay independiente y próspero del Mariscal Francisco Solano López, que se erguía como una excepción en América Latina.
Las aguas del río Paraná recorren los campos de batalla de una guerra que concluyó hace 143 años, y sin embargo se sigue librando, y los fantasmas que habitan el territorio de los vencidos vienen para decirnos que algo del pasado sigue ocurriendo, sigue siendo frente nuestras narices.

TRAZOS
El no se consideraba un artista, sí un cronista de su tiempo que debía dejar testimonio de la guerra que lo tuvo como protagonista y testigo.
Aunque no ocupó nunca un lugar destacado en la historia del arte pictórico de nuestro país, el paso del tiempo lo ubicó como la figura más original de la pintura argentina del siglo XIX. Hay quienes dicen que por su estilo y su lenguaje expresivo podríamos hoy considerarlo nuestro contemporáneo.
Cándido López nació en Buenos Aires el 29 de agosto de 1849. Estudió pintura con los más destacados maestros de la época.
En el estilo de su obra se vislumbra la huella del pintor argentino Carlos Descalzo (1813-1879), quien parece haber ejercido más influencia en su carrera.
Llega el año 1865 y estalla la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.
Cándido López se enrola en el Batallón de Guardias nacionales, comandado por Juan Carlos Boer, y recibe el grado de Teniente Segundo. Luego pasa al Batallón del Primer Cuerpo del Ejército que estaba al mando del General Wenceslao Paunero.
El 2 de Junio de 1865 se embarca, aguas arriba, con su batallón.
En un diario personal deja registro de los distintos campamentos en los que se instalan los Guardias Nacionales de San Nicolás de los Arroyos.
Participa de las batallas de Yataí-ti Tuyutí y el 22 de septiembre de 1866, en la batalla de Curupaytí, donde una granada despedaza su mano derecha.
Al día siguiente lo embarcan a Corrientes y le amputan el antebrazo derecho, para detener la gangrena. Un año después, en Buenos Aires, el doctor Lucio del Castillo le efectúa una nueva amputación en el brazo derecho por arriba del codo, creyendo que de este modo terminaba con la carrera del artista que sin embargo, con el paso de los años, educa su mano izquierda para seguir pintando.
Y así Cándido López, el manco de Curupaytí, logra su primer cuadro con la mano izquierda, y se lo regala a su médico. El trabajo titulado "Rancho en que vivía el Doctor Lucio del Castillo en el campamento de Tuyutí" se encuentra hoy en el Museo de Luján.

RODAJE
Cuenta el director cinematográfico José Luis García que cierta vez le preguntó a su padre quien es ese tal Francisco Solano López, nombre con el cual habían rebautizado la calle de su infancia.
"Ese, es uno que si no lo hubiesen parado a tiempo, ¡Buenos Aires hubiese terminado siendo la Capital de Paraguay!", respondió terminante el padre de quien muchos años más tarde tomaría su cámara para realizar su ópera prima basada en la historia de Cándido López, el artista que bocetó la guerra desde los propios escenarios de combate.
"Siempre me interesó el tema de la Guerra de la Triple Alianza", cuenta José Luis García, y recuerda lo poco, como al pasar, que se contaba esa historia en la escuela secundaria.
Con un hermano historiador y un contexto familiar donde se debatían temas históricos y políticos, el misterio se fue alimentando hasta que decidió llevar su búsqueda a la pantalla y recorrió con su cámara los campos de batalla, con las pinturas de Cándido como guía y como hoja de ruta.
"La idea inicial fue hacer una ficción sobre Cándido López, pero resultaba complicado y muy costoso, una ópera prima y de época no sería nada fácil", contó Ana Aizenberg, productora ejecutiva de la película, en el programa Ficciones de lo Real de Canal 7.
En una librería de Buenos Aires, el azar hizo que José Luis García se topara con Adolfo López, nieto de Cándido, profundo conocedor de su obra, y planearon recorrer juntos la Mesopotamia y así reconocer los mismos escenarios de batalla que fueron pintados en el óleo por su abuelo.
Pero Adolfo se enferma y García debe emprender el viaje sin él, acompañado por el historiador paraguayo Cirilo Batalla Hermosa, investigador que se especializa en la recuperación histórica de la Guerra de la Triple Alianza.
-Al principio -cuenta José Luis García- no me importaron tanto ni las razones que llevaron a la guerra, ni sus pormenores, ni sus consecuencias. Solo estaba obsesionado con recorrer los mismos escenarios que aparecen en las pinturas de Cándido.

HERENCIAS
"¿Qué es lo que hace que nosotros, los correntinos, seamos más argentinos que Paraguayos?, si vamos a empezar a analizar y hacer un balance, somos más paraguayos que argentinos. Somos fundación paraguaya, nos hemos proclamado durante tres siglos hijos dilectos de Asunción, y tenemos una relación con Argentina que data de 1861, o sea escasamente 140 años. ¿Qué hace entonces que seamos más argentinos que paraguayos?"
Las preguntas van apareciendo en el documental y van desnudando la trama de una guerra que no concluyó, que se sigue librando en los cuerpos y en las historias de los hijos de Paraguay, que sufren la herencia del exterminio.
"La guerra es para nosotros una vergüenza nacional. Dicen en un tramo del film descendientes brasileños, que recorren los pueblos donde la Triple Alianza marcó a sangre y fuego la historia de América Latina".
De este modo se van expresando las diferentes y muchas voces que aparecen en la pantalla y entre fábulas y misterios van dando cuenta de la verdad escamoteada por la historiografía oficial.
Don Eugenio Colunga, descendiente de un soldado paraguayo caído en la batalla comienza el relato cuando el viaje se inicia, en Paso de los Libres:
"Vinieron y los sentimos nosotros, que llegaron, a caballo con todos los pertrechos de guerra, haciendo ruido, los sentíamos todos... salimos afuera y no había nadie...
-Son los paraguayos muertos, me dijo mi madre, que vienen a visitar a los otros muertos..."

TRIPLE INFAMIA
Antes de producirse la guerra, Paraguay era una nación que crecía y se erguía como una excepción en América Latina.
"Brasil, Argentina y Uruguay tuvieron a cargo el genocidio. No dejaron piedra sobre piedra, ni habitantes varones entre los escombros", escribe Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina.
-En el transcurso de los cinco años que duró la guerra –cuenta la voz en off de José Luis García- la deuda externa de los tres países aliados se multiplicó en millones de libras esterlinas. El Paraguay, a su vez, se vio obligado a pedir créditos a bancos ingleses para indemnizar a los países vencedores, que en el caso del Imperio esclavista de Brasil y de la República Argentina, también se anexaron grandes porciones de su territorio como parte de pago.
Pasaron más de cien años, y la guerra sigue produciendo muertes, las vidas se siguen perdiendo en la búsqueda de los tesoros escondidos por familias que abandonaron sus casas, frente a la llegada de las tropas brasileñas, y que nunca regresaron del éxodo.
El gobierno de legionarios instalado en Asunción, en 1870, prohibió el uso del idioma Guaraní en todo el territorio del Paraguay. Un decreto que continuó vigente hasta el año 1992, cuando un censo reveló que lo hablaba el 90% de la población.
Las palabras de Domingo Faustino Sarmiento, pocos años después de la guerra, en ejercicio de la Presidencia, se reproducen al final del documental y reflejan del modo más estremecedor y tajante la magnitud del crimen perpetrado: "La guerra del Paraguay concluye por la simple razón –horresco referens- que hemos muerto a todos los paraguayos de diez años arriba".

Cándido López, los campos de batalla, es una crónica del despojo y de una guerra que sigue ocurriendo, después de 143 años.
Muerte, locura y absurdo se mezclan entre pasado y presente, junto a la resistencia de las voces que siguen contando y venciendo al olvido.

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Imagen: Prisioneros paraguayos heridos en Yatay, Cándido López. Extraído de pintoreslatinoamericanos.com

 

 

 

 
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