Noticias

Por Jorge Cadús y Ariel Palacios / 2 de Mayo de 2013
ENVAR EL KADRI (1941/1998)
EL COMANDANTE CACHO

El 1 de mayo de 1941 nacía Envar El Kadri. Fundador de las míticas Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), militante social y político inclaudicable, resistente a todas las dictaduras que usurparon el poder en Argentina desde 1955 en adelante, defensor permanente de los derechos humanos, trabajador incansable en el campo de la cultura nacional y popular, la mirada de Cacho El Kadri se hace imprescindible a la hora de pensar nuestra historia reciente. Se nos fue demasiado temprano, el 19 de julio de 1998, cuando quedaba todavía tanto por caminar con este hombre formidable, único, que supo enamorar a la historia y hacerle el amor en las mismas narices de la muerte. Lo que sigue es un fragmento de una entrevista realizada poco tiempo antes de su muerte para el libro "Combatiendo al Capital. Rucci, sindicatos y Triple A en el sur santafesino".



Audio: Envar el Kadri / Revoluciones



-¿Cómo describirías la Argentina a partir de Ezeiza, desde de la vuelta de Perón?
-En Ezeiza, con el retorno de Perón, se produce un quiebre. Los más peronistas veíamos que se había concretado el objetivo por el cual habíamos luchado toda la vida. Más: había resultado electo presidente, una cosa de locos, con el 62% de los votos. Récord histórico: 7 millones de votos. Nosotros teníamos un doble pensamiento: por un lado veíamos que el sueño por el que habíamos luchado durante 18 años -que era el retorno de Perón- se había concretado. Era como un suspiro. Para algunos, con eso sólo no bastaba, había que hacer la revolución, había que echarlo a López Rega, había que transformar todas las estructuras del país. Y, para otros, con que esté Perón, bastaba... y si Perón decía, vamos a tirarnos todos al río, nos tirábamos al río. Había una diferencia entre los mayores y los más jóvenes. Los más jóvenes que veían el retorno de Perón como un paso para la realización de la revolución, y los más grandes, que decían "me puedo morir tranquilo porque volvió Perón". Eso, alimentado con la situación de Chile, donde Allende había sido derrocado, en Bolivia el presidente Torres había sido derrocado, en Uruguay, el presidente había sido derrocado, los militares gobernaban ya en el año '63. En Brasil ni qué hablar. Había un contexto donde la derecha triunfa en toda la América Latina. Perón era la única excepción. Había reanudado las relaciones con Cuba, el intercambio con la Unión Soviética, con China, Corea, cosas que en esa época eran una herejía. Habíamos ingresado al movimiento de No Alineados de países del Tercer Mundo. Nunca el salario del trabajador estuvo tan alto como en esa época, a pesar de haber inflación, la participación de los trabajadores en el Producto Bruto nacional, nunca fue tan alta como en esa época. Había un avance muy importante de los trabajadores.
Las organizaciones armadas -que también habían crecido, o engordado, mucho- creyeron que el apoyo que el pueblo le daba en la primera etapa de la lucha era un apoyo hacia ellos. Y tuvieron la soberbia de creer que ellos iban a dirigir este proceso, aún enfrentándolo a Perón. Ellos tenían información que Perón estaba muy enfermo, que tenía cáncer y se podía morir en cualquier momento. Tenía un problema cardíaco y el cáncer de próstata no estaba muy bien curado. Era un peligro y los médicos decían que más de un año, un año y medio, no iba a vivir. Entonces, como estas organizaciones tenían esa información, y claro que también lo sabían López Rega y Osinde, se estaban peleando para ver quién se quedaba con el movimiento peronista. Es muy complejo y quizás no sea como lo digo yo. Habrá que buscar todas las versiones.
Yo creo que hay una linda explicación a un divorcio generacional. Los viejos resistentes, aunque no fueran tan viejos en términos de edad, los que ya venían desde el '55, los que en el '65 estaban un poco cansados, que habían vuelto a sus casas, que habían querido vivir también, van a permanecer un poco alejados de la nueva juventud que cree que la revolución empieza cuando ellos llegan. Por eso no estoy de acuerdo cuando hablan de la década del '70. ¿Cómo? ¿Y la década del '60? ¿Y la del '50? ¿No hubo resistencia también? Entonces, ahí se va a producir un divorcio. Los viejos se sienten tan legítimamente partícipes del retorno de Perón y del triunfo del peronismo, aunque en la última etapa no hayan participado tanto como los jóvenes que sí participaron todos los días, pero solamente en este período del '70 al '73. E incluso muchos que participaron desde el '71, cuando ven el carro triunfal, en el '73. Fue el engorde. Nosotros siempre decíamos una cosa es crecer y otra cosa es engordar. Ahí es el divorcio que se produce.

-En ese contexto, ¿Cómo puede analizarse la muerte de Rucci?
-Ya en el '73, las organizaciones armadas peronistas quieren forzar los tiempos del pueblo. Y se produce primero el enfrentamiento de Ezeiza, que a los viejos peronistas les dicen que era un complot para matarlo a Perón, y muchos de los viejos compañeros peronistas creen esta versión. Como son de armas llevar también, se organizan, más afines a la derecha o la ortodoxia del peronismo, más cercanos a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Dicen, "no estos locos, los montoneros lo quieren matar a Perón". Y después, bueno, viene lo de Rucci, un error terrible que no se podrá comprender nunca. Ni el enemigo hubiera hecho una cosa tan inteligente: cuando Perón acababa de ganar por el 62% de los votos, al día siguiente, los Montoneros lo matan a Rucci. Una locura total. Y, además, aunque no lo firman, le dicen a todo el mundo "Rucci traidor / saludos a Vandor". Toda la vieja guardia, reunida en torno a la figura de Perón, dicen: "no, estos tipos son nuestros enemigos, lo quieren cagar a Perón, no vamos a permitir esto". Alimentados por Osinde, por López Rega, por todos esos, se dedican a la caza de peronistas. Porque no nos engañemos: los primeros peronistas que mueren acá, Fredes, todos ellos, son muertos por otros peronistas de derecha. A un compañero, Jorge Rulli, lo secuestran en la provincia de Buenos Aires, en el campo de San Pedro, y es una patota de Rosario. "Me van a matar, pero me van a matar por peronista", les dice Rulli. "Qué vas a ser peronista vos, sos marxista", le dicen. Y Rulli les contesta: "Pero, la puta que los parió, yo soy más peronista que todos ustedes". Entonces le preguntan: "¿Con quién estás vos?" Y Rulli: "Con El Kadri, con Spina, con Rearte". Entonces le dicen: "Bueno, está bien, tenés 24 horas para irte". Y no lo matan.
Pero lo de Rucci es la bisagra. Eso fue la bisagra, lo de Ezeiza y, más que nada, lo de Rucci. A partir de eso, Montoneros pierden legitimidad. Cómo puede ser que habiéndose logrado el triunfo de Perón con el 62% de los votos, alguien se levante y ejecute al secretario general de la CGT. No a Rucci, por ahí si hubiese sido López Rega o cualquier otro, pero nada menos que al secretario de la CGT, enfrentado a su vez con Lorenzo Miguel y toda la runfla sindical. Hasta parecía que le habían hecho un favor al ala más negociadora, más burocrática. El petiso hacía lo que Perón decía. Perón decía, "tírense al río", y Rucci se tiraba. Perón decía "vamos a hacer el socialismo", y Rucci se hacía el primer socialista. No podían matarlo así, de esa manera. Esos errores se pagan. Yo no quiero ser unicausal. Porque en la historia nunca hay una sola causa, siempre hay circunstancias también. Por supuesto que la derecha, favorecida por el error cometido, esos que no necesitan pretexto, salió a matar. Lo mataron a Daniel Grimberg, un muchacho de la JP, acá mismo en Rosario lo matan a Fredes, a Razzetti. Y quién puede decir que Fredes no era peronista.
El enemigo había logrado enfrentarnos. Los más radicalizados, porque querían ir rápido, acusaban a la burocracia de querer ir despacio. Y la burocracia usaba el pretexto que éstos querían ir más rápido, para decir que eran todos comunistas, marxistas, infiltrados. Y se produce un distanciamiento, donde ya nadie sabía quién era quién. Como me decía un compañero, "en el peronismo ya no hay más peronistas. O son bolches de mierda o fachos hijos de puta". Claro que todo esto merece un análisis más profundo, pero cuento cómo lo sentí en ese momento. Yo me encontraba con compañeros que habían estado presos conmigo en Caseros, o en Neuquén, y estaban con Rucci, y me decían, "Cacho, y vos ¿con quién estás?". Y yo les decía, "yo estoy con Perón, mirá la pregunta que me hacés". Entonces me decían, "pero, ¿estás con la patria peronista o con la patria socialista?". "Pero, es lo mismo, la patria socialista la vamos a hacer nosotros, pero ¿quién la va a hacer, sino...?"

-¿Cómo ves a la Triple A en relación a Perón?
-Cuando Perón quiso reformar el Código Penal lo hizo por vía de las Cámaras, no lo hizo con un decreto de necesidad y urgencia. Lo hizo democráticamente. Llamó a los que se oponían, que eran los dirigentes de la Juventud Peronista, y los recibió con la televisión. Entonces los muchachos criticaron algunos aspectos de la reforma del código, y Perón les decía, "pero ¿qué quieren, que respondamos a la violencia con una violencia mucho mayor? Porque, si es por un problema de violencia, yo en cinco minutos llamo a los muchachos y terminamos con esto. Pero tenemos que hacer todo dentro de la ley". Y repite tres veces, "dentro de la ley todo, fuera de la ley nada. Nadie tiene que sacar los pies del plato. Todos tenemos que estar dentro de la ley". Ése es un documento filmado, que está en archivo, y que fue visto por millones de argentinos, pero parece que no vale nada. Yo estoy seguro, y convencido históricamente, que Perón jamás pensó en la Triple A, que Perón jamás quiso reprimir por izquierda. Al contrario, reformó el Código, aumentó las penas justamente para tener un elemento legal. Digo esto y parece que soy un peronista nostálgico, o que defiendo a Perón. Y no es así. Es objetivo, lo más objetivo posible.

-Y tantos años después, ¿qué evaluación hacés de la lucha armada?
-El Che era el arquetipo. Nosotros no éramos guevaristas en el sentido estricto, pero ¿qué es ser peronista? Un día dije en una clase que Guevara era peronista, y todos se rieron. Pero si ser peronista es luchar por la justicia social, si es sentir como propia cualquier injusticia, hasta qué punto el Che no leyó a Evita. Yo encontré que el Che se inspira en una frase de José Martí, que es muy parecida a "mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar". Si eso es ser peronista... Ahora si ser peronista es ser burócrata, afiliado a un partido, aspirante a concejal, está claro que no. Pero, ¿qué diferencia hay entre Fernando Abal Medina, Carlos Caride, Felipe Vallese y el Che? Que tuvieron menos notoriedad, que el Che pudo desarrollar su vida, que el Che logró la revolución. Pero, cuántos Che habrá habido, entre tantos compañeros muertos, entre tantos compañeros desaparecidos. Y otra cosa: ¿qué marxista leninista podría decir que se mueve por los sentimientos de amor? ¿A qué clase pertenece el amor? ¿Y cuando el Che dice que hay que endurecerse sin perder la ternura jamás? Entonces, no jodamos: el Che no era un marxista leninista clásico, aunque tenía una formación. Él sabía abstraerse de toda esa literatura, de todo ese dogmatismo. Era un tipo extraordinario. Pero también creo que hoy en día, la lucha armada no tiene razón de ser. La lucha armada sólo sería justificable en caso de tiranía, y creo que ahora se dan las nuevas formas de lucha, que no son armadas, sino más pequeñas, menos espectaculares. Como si fueran puñaditos de arena, pero hay montañas de arena. Uno va acumulando fuerzas: los docentes, los piqueteros, las marchas federales. Falta un correlato político, no hay conducción política para estos procesos. Son procesos sindicales, tienen una limitación, pero es un comienzo, no es un punto de llegada, es un comienzo.
Y a los más jóvenes les corresponde -con su propia metodología y su pensamiento crítico, que cuestione todo, lo que yo te digo, también. Que no se acepte una verdad revelada por un supremo sacerdote- que encuentren la forma de expresar sus propias inquietudes. Participando, sin dejarse entrampar por la lógica interna de los partidos, que es llegar a ser candidato.
Nosotros teníamos la idea equivocada de asalto al poder: tomar el poder igual a revolución.
Y nos dimos cuenta que no. El proceso es mucho más complejo. Lo prueban los 50 años de la Unión Soviética, y no hicieron la revolución. Porque si no se hace en el corazón de cada hombre, si no aprendemos a compartir, a ser solidario, si no se vence el egoísmo, el individualismo, no se hace la revolución. La revolución no es cambiar la bandera y el escudo de un país. Es mucho más profundo.


**//**

Imagen: Carina Barbuscia sobre foto de envarelkadri.com.ar. 1984, primer jueves en Argentina.

* Entrevista realizada con producción de Carina Barbuscia. Publicado en "Combatiendo al capital (1973/1976). Rucci, sindicatos y Triple A en el sur santafesino". De Jorge Cadús y Ariel Palacios (EMR. Rosario, 2009



 

 

 

 

 
Alapalabra © Todos los derechos reservados