Por Victoria Ginzberg / 25 de Abril de 2013
MARIANO FERREYRA, PRESENTE
FUE PEDRAZA
El pasado 19 de abril, la Justicia condenó a los
autores materiales del homicidio del joven
militante Mariano Ferreyra a 18 años de prisión.
También fueron condenados a diez años dos
comisarios, que permitieron que el crimen
ocurriera. En total fueron 14 condenas –algunas
leves–; tres absoluciones; y el dato inédito de
la condena al dirigente sindical José Pedraza.
Un paso más en el camino de ese material errante
que es la justicia. Y -a al mismo tiempo- un
nuevo ejemplo que demuestra que se hace
necesaria una memoria activa, viva, despierta y
demandante, para quebrar doscientos años de
soledades, penas y olvidos.
Audio: Pablo Ferreyra - Hermano de Mariano
Ferreyra
La cabeza inclinada hacia abajo, el cuerpo un
poco encorvado, la mirada hacia el piso. Así
escuchó el dirigente sindical José Pedraza su
condena a 15 años de prisión por el homicidio
del joven militante del Partido Obrero Mariano
Ferreyra, ocurrido el 20 de octubre de 2010,
cuando una patota de la Unión Ferroviaria (UF)
atacó a un grupo de militantes que reclamaba la
reincorporación de trabajadores despedidos y
mejoras en las condiciones de los tercerizados.
En la sala se escucharon algunos aplausos, un
suspiro, algunos sollozos apagados.
El presidente del Tribunal Oral en lo Criminal
21, Horacio Días, continuó con la lectura de la
sentencia de los otros 16 acusados por el crimen
de Ferreyra y las heridas de bala sufridas por
otros tres manifestantes: Elsa Rodríguez, Nelson
Aguirre y Ariel Pintos.
El número dos de Pedraza en la UF, Juan Carlos
"El Gallego" Fernández, también recibió 15 años.
Cristian Favale y Gabriel "Payaso" Sánchez –los
tiradores– y Pablo Díaz, quien organizó y
coordinó el ataque, recibieron 18 años. Los
ferroviarios Daniel González y Francisco Pipitó,
que impidieron que los periodistas de C5N
filmaran el hecho, 11. Claudio Alcorcel, que
llevó a Favale al lugar, 8.
Otros dos acusados de participar en el homicidio
fueron absueltos.
La otra pata del caso fue la policial. Los
comisarios Jorge Ferreyra y Luis Mansilla
recibieron diez años. El tribunal los consideró
partícipes necesarios del asesinato por haber
liberado la zona para que pudiera ocurrir. Otros
policías recibieron penas menores.
Los acusados entraron en la sala –en la misma
que se escucharon las condenas por el atentado a
la AMIA y a los represores de la ESMA, entre
otros casos– a las 18.40. Pedraza llegó con la
boca abierta, acomodó las manos para que le
sacaran las esposas y antes de sentarse miró
hacia arriba y levantó un pulgar. En el primer
piso se habían ubicado los familiares de los
imputados. El resto de los acusados se fue
acomodando en la misma fila.
En la planta baja, detrás de un vidrio, estaban
los familiares y amigos de las víctimas y
dirigentes políticos y sociales que fueron a
acompañarlos. En la primera fila, prácticamente
todos eran jóvenes que tenían una remera negra
de la organización Hijos que decía "Fue
Pedraza", y en la espalda "Mariano Ferreyra
Presente". Más atrás estaban Vilma Ripoll, del
MST; Néstor Patrulló y Jorge Altamira, del PO, y
Christian Castillo, del PTS. También estuvieron
los diputados de La Cámpora Andrés Larroque y
Horacio Pietragalla. Rubén "El Pollo" Sobrero
–ferroviario de la oposición a Pedraza–, el
metrodelegado Roberto Pianelli y Roberto Baradel,
de los docentes bonaerenses, fueron algunas de
las presencias gremiales. El periodista Horacio
Verbitsky fue junto a varios integrantes del
Centro de Estudios Legales y Sociales, organismo
que preside y que representó a la madre de
Ferreyra durante el juicio.
Había pasado más de una hora y media desde las
cinco de la tarde, hora para la que se había
fijado la lectura de la sentencia y los
asistentes ya estaban nerviosos e impacientes.
Finalmente, entraron los jueces Diego
Barroetaveña y Carlos Bossi seguidos por Días.
Este último se sentó en la silla del medio,
probó el micrófono y pidió disculpas por la
tardanza. Luego, anunció que no sólo leería la
parte resolutiva del fallo –es decir las
condenas y absoluciones y los montos de las
penas– como se estila en este tipo de juicios,
en los que los fundamentos se dan a conocer unos
días después, sino que haría una explicación de
las decisiones que el tribunal había adoptado
por unanimidad. A continuación, durante una
hora, expuso –se notó el esfuerzo por ser
didáctico– parte del razonamiento que él y sus
colegas usaron para resolver la situación de los
acusados.
Primero respondió a acusaciones de las defensas,
que se quejaron porque no se había criminalizado
el corte de vías de los tercerizados que la
patota de la UF habría intentado impedir el 20
de octubre de 2010. Dijo que ni siquiera hubo
"tentativa" de ese delito, ya que el corte no se
produjo y, por otra parte, que los gremialistas
de la UF no tenían por qué defender las vías
pues ésa es función de la policía. Descartó
luego que los tercerizados hubieran agredido a
la UF.
Dijo que estaba probado que Favale y Sánchez
fueron los tiradores, pero que ellos no fueron
allí por casualidad. "Hubo una convocatoria
gremial", señaló.
Explicó que Favale no era ferroviario pero
aspiraba a serlo y creía que participando de ese
hecho –"correr tercerizados"– podía llegar a
conseguirlo. Los demás querían hacer méritos
para cuidar su fuente de trabajo.
Días habló de la UF como una organización
vertical en la que Pablo Díaz, el delegado que
estaba en el lugar, reportaba a Fernández (hay
muchas comunicaciones entre ellos durante el
ataque) y éste a Pedraza. "Fernández lo dijo en
el juicio –señaló el juez– 'yo nunca hubiera
hecho nada que Pedraza no quisiera'".
"Favale actúa con seguridad. Dispara sin ningún
tipo de pudor. Vuelve a donde estaba la policía
y después se va, porque contaba con el apoyo del
sindicato y contaba con que no lo iban a
detener", señaló.
Las querellas, tanto la del CELS como la de los
abogados de la Coordinadora contra la represión
Policial e Institucional (Correpi) y la
Asociación de Profesionales en Lucha (APEL), que
representaban a los heridos, habían calificado
el hecho como "homicidio premeditado", pero el
tribunal consideró que se trataba de un
homicidio simple por dolo eventual.
Esto quiere decir que, según la interpretación
de los jueces, durante el ataque no se buscó
directamente asesinar a alguien, pero no les
importaba si ocurría.
En ese sentido, Días manifestó que las querellas
demostraron que Pedraza, cultor del modelo
sindicalista-empresarial, tenía intereses
políticos y económicos en poner un coto a los
tercerizados, pero que no había pruebas de que
esto se resolviera quitándole la vida a alguien.
"La muerte no es para nada garantía de
perpetuarse en el poder. Es el final del juego",
dijo el juez y recordó que el asesinato del
soldado Omar Carrasco terminó con el servicio
militar obligatorio y el de Maximiliano Kosteki
y Darío Santillán precipitó el fin del gobierno
de Eduardo Duhalde.
Las querellas habían pedido la condena a prisión
perpetua de Pedraza como instigador del
asesinato, pero los jueces entendieron que no
había pruebas de que el dirigente gremial
hubiera aleccionado directamente a los autores
para que cometieran el crimen. Por eso lo
consideraron partícipe del homicidio. Usaron
como fundamentos los varios indicios que se
aportaron durante el juicio, como la
preocupación del líder de la UF porque Favale no
hablara luego de su arresto y lo que llamó "el
más escandaloso intento de soborno a la Cámara
de Casación".
Durante la investigación del asesinato de
Ferreyra se descubrió, a través de escuchas
telefónicas, que Pedraza buscaba digitar un
sorteo en dicho tribunal para que se hiciera
cargo del expediente una sala determinada que
pudiera beneficiar a la patota que había atacado
a los manifestantes y así impedir que el juicio
avanzara y él se viera involucrado.
También habló Días del interés del sindicato en
mantener sus negocios, por ejemplo, en la
cooperativa Mercosur, a través de la cual se
contrataba a tercerizados para trabajar en los
ferrocarriles.
Finalmente, el juez hizo alusión a una mención
de la abogada María del Carmen Verdú, de la
Correpi, para que se involucre al ministro de
Trabajo, Carlos Tomada, en el hecho. El juez
manifestó que, en las escuchas en las que el
funcionario habla con Pedraza, en las que dice
que no le devolvió un montón de llamadas, más
bien da la impresión de que Tomada se lo quería
sacar de encima. "Verdú muestra, pero no
demuestra. Es la diferencia entre una prueba y
una manifestación de principios, entre una
demostración científica y un truco de magia."
Después de su exposición, casi una clase de
derecho, Días pasó a leer el fallo.
Pero antes de terminar, tuvo que desalojar el
primer piso de la sala a causa de los gritos e
insultos de los familiares de los acusados.
"Fue una exposición muy seria y con un lenguaje
muy directo, claro, de forma lógica y
fundamentado. Nosotros habíamos pedido perpetua
por instigación con homicidio calificado. Hay
detalles técnicos y para opinar en profundidad
hay que leer el fallo pero 15 años para Pedraza
no es una pena menor. Para los familiares todo
es insuficiente y aunque no estamos de acuerdo
con todo, creemos que es un fallo muy
importante", dijo Verbitsky luego.
Pablo Ferreyra, hermano de Mariano y motor del
juicio, salió de la sala tranquilo, saludó a
todos y agradeció a muchos. Dijo que estaba
satisfecho. Ni más, ni menos que eso.
Beatriz Rial, su mamá, se abrazó con un joven,
un familiar o amigo de Mariano. Y lloró.
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Imagen: Carina Barbuscia sobre foto de
elbondidocentesuteba.blogspot.com
* Publicado en Página/12. Edición del sábado 20
de abril de 2013