Por Grupo Editor / 13 de Diciembre de 2012
JUEVES EN LA PLAZA
DICIEMBRE DE MEMORIAS
Soles y lluvias disputan el territorio del
último mes del año. Y entre soles y lluvias va
la marcha de los jueves. Jueves multiplicados en
las esquinas de una ciudad que despunta
recuerdos, dolorosos y recientes. En los surcos
abiertos por la memoria y la justicia se agitan
las desgarradoras crónicas que insisten,
abiertas. En la pelea cotidiana se construye un
mañana sin olvidos. En el abrazo de la música
reposan las guerreras de los pañuelos, para
volver a la marcha. Entre lluvias y soles crecen
los jueves, suman los pasos, florece la
historia, enciende, arde y quema la esperanza.
Audio: HIJOS Rosario - Batallón de la memoria
El jueves 13, la marcha de los pañuelos dio
cobijo al contrapunto de voces y vuelos, notas
sostenidas en ese misterio intacto de la copla y
el encuentro. Canciones populares y villancicos
por el juicio y castigo fueron banderas
enarboladas por La Meresunda y Damos La Nota;
dos agrupaciones corales que abrazaron a las
Madres, acompañaron la marcha, y reincidieron en
el oficio más antiguo y querible: la canción que
compromete y enamora.
Pero los jueves crecen más allá del almanaque y
de la Plaza.
Porque cada encuentro es jueves, y cada acto de
justicia.
Y jueves es cada día que un pibe poeta entreteje
palabras.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el
pan de cada día.
Como el aire que exigimos trece veces por
minuto.
En ocasiones, duele el aire. Se hace denso,
pesado. Lastima en sus injusticias repetidas.
Esta semana, la primera resolución de la causa
que investiga la desaparición de Marita Verón
convirtió el aire en irrespirable. En la causa,
motorizada por esa mujer formidable llamada
Susana Trimarco, mamá de Marita, no hubo
condenas. Todos los imputados fueron absueltos
por el Tribunal integrado por los jueces
tucumanos Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera
Molina y Eduardo Romero Lascano; que "no le
creyeron a las testigos presentadas por la
querella y resolvieron absolver a los 13
imputados por la desaparición y posterior
ingreso a un red de prostitución" de la joven
secuestrada.
Por historias como las de Marita, como las de
Susana, multiplicadas en cada arrabal de nuestra
patria, se hace necesario, urgente, que crezcan
los jueves de marcha, que se agiganten los pies
en cada calle, que sumen. Que cada dolor tenga
su jueves.
Porque es jueves cada día en que el amor derrota
a la injusticia, y el olvido cae a fuerza de
insistencias.
Derrotado el olvido y caída la injusticia ante
los nombres queridos y el ejemplo compañero.
En ese camino de deseo y futuros, el 14 de
diciembre, el Centro de Salud Profesor Rubén
Naranjo, ubicado en el corazón profundo
rosarino, conmemoró un nuevo aniversario de su
nacimiento.
Siete años de laburo tozudo, de homenaje desde
el ámbito de la salud pública para el querido y
admirado Rubén Naranjo. Desde ese nombre
emblemático en el registro luminoso de la
ciudad, profesionales, vecinos y colaboradores
muestran otros modos de trabajo conjunto, de
convivencia desde el afecto, de cuidado y
respeto mutuo. Siete años del Centro de Salud
Rubén Naranjo.
Siete años que reproducen ganas, que contagian
solidaridades y compromisos indispensables en
estos tiempos, en estos mundos.
Y en ese camino de peleas cotidianas que
desgajan olvidos, las organizaciones de derechos
humanos y sobrevivientes de la dictadura
instalaron el reclamo para que en el predio que
alojara al ex Batallón 121 del Ejército de
Rosario se constituya un Sitio de Memoria.
"Queremos dejar en claro que no estamos
dispuestos a que los sitios y lugares que son
testimonio vivo del genocidio sean avasallados",
explicó en un comunicado de prensa la agrupación
HIJOS; al tiempo que advirtió que "porque el
Batallón 121 fue un centro de operaciones del
terrorismo de Estado en la ciudad, y porque allí
funcionó un centro clandestino de detención
donde estuvieron cautivos hombres, mujeres y
niños durante la dictadura, exigimos que no se
oculte la historia de ese lugar y que se
constituya un Sitio de Memoria".
Y la pelea se construye con murales, con obras
de teatro, con murgas, con grupos de candombe y
con bandas de rock. El batallón cultural de la
memoria, porque -se sabe- la memoria es un arma
cargada de futuro.
Cargada de futuro, como la poesía. Como el
relato multiplicado de los sobrevivientes.
Como la alegría profunda y militante.
Lo escribe Gabriel Celaya, poeta y compañero:
"hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos
sufren / y canto respirando. / Canto, y canto, y
cantando más allá de mis penas / personales, me
ensancho".
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Imagen: Carina Barbuscia sobre fotos de
Alapalabra