Por Grupo Editor / 9 de Noviembre de 2012
PENSIONES Y OLVIDOS
LAS DEUDAS DE LA DEMOCRACIA SANTAFESINA
Finalmente, la Cámara de Senadores de la
provincia de Santa Fe sancionó la esperada ley
que establece una pensión mensual no
contributiva de carácter vitalicio para personas
que se hubieren encontrado privadas de su
libertad por causas políticas, gremiales o
estudiantiles durante la última dictadura
militar. Sin embargo, sigue postergada la
sanción de la Ley de Pensiones no contributivas
para Madres de hijos desaparecidos durante la
dictadura militar. Una dilación que, también,
sigue construyendo impunidad.

La flamante norma aprobada por la Legislatura
santafesina comprende a todo quien “se hubiera
encontrado privado de su libertad por dichas
causas entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de
diciembre de 1983, en territorio santafesino,
incluyendo a los nacidos en cautiverio y a los
menores detenidos junto a sus padres”.
El diputado Gerardo Rico, impulsor del proyecto,
sostuvo que “no sólo se trata de un justo y
merecido reconocimiento de Memoria y Justicia
para quienes fueron víctimas del Terrorismo de
Estado, y de reivindicación hacia aquellos
luchadores que sobrevivieron a la larga noche de
la dictadura, sino que también se erige como
medida reparatoria –cumpliendo con el deber del
Estado– para una protección integral de los
mismos y de sus respectivas familias”.
La pensión a quienes resistieron a la dictadura,
a quienes sobrevivieron a su devastación, tuvo
que esperar cuatro largos años desde su primera
presentación.
Varias veces perdió estado parlamentario. Muchas
veces más fue re-presentado, hasta su
aprobación.
Cuatro años de trámites y pasillos.
Las vueltas de la democracia a la hora de
reivindicar más allá de los discursos a quienes
sufrieron en carne y sueño propios –y siguen
sufriendo- la ferocidad del terrorismo de
Estado.
El mismo legislador, Rico, reconoce que “este es
un paso muy importante, pero falta la sanción de
la Ley de Pensión a las Madres, algo que
esperamos que se concrete”.
La Pensión a nuestras queridas Madres es otra
iniciativa presentada en la Cámara, que ya
cuenta con media sanción en Diputados.
En agosto de este año, el vicegobernador
santafesino, Jorge Henn, recibió a las Madres de
los pañuelos. Después de la reunión, el
funcionario afirmó que “tuve el honor de
dialogar con las madres de todos, con las
incansables luchadoras”, y confirmó que
“hablamos por el Proyecto de ley de Pensiones no
contributivas para madres de hijos desaparecidos
durante el terrorismo de Estado”.
Sin embargo, la democracia santafesina sigue
siendo injusta con quienes resistieron, de
manera heroica y colectiva, con firmeza y
ternura, en la intemperie de la represión.
Así lo escribe la querida Norma Vermeullen: “Se
sancionó, en la Cámara de Senadores de la
Provincia, la Ley que beneficia con una Pensión
Vitalicia, bien merecida por cierto, a los ex
Presos Políticos que padecieron la atrocidad de
la dictadura cívico militar. Pero también me
pregunto: ¿Por qué no para las Madres de Plaza
25 de Mayo de Rosario?
“Algunas no hemos recibido nada por el hecho de
que nuestros hijos eran casados, ni siquiera un
lugar para estar, salvo el caso de algunas
madres que están en geriátricos, solventados por
sus propios parientes”, describe Norma con
exactitud.
Y señala: “A mi edad, después de 35 años de
lucha, creo que merecemos que exista algún
mínimo reconocimiento, porque además de perder a
nuestros hijos, también nos despojaron de
nuestros bienes materiales”, antes de agradecer
“a todos los que nos acompañan jueves a jueves,
sin esperar nada a cambio, con el cariño y la
comprensión que los caracteriza”.
Las palabras de Norma, una vez más, señalan al
corazón de una democracia distraída e
indiferente.
Una democracia que sigue tejiendo olvidos
alrededor de este puñado de mujeres que
cambiaron la historia y parieron otro país desde
el dolor y las ausencias.
Nuestras Madres de Plaza 25 de Mayo.
Ninguneadas por un Estado cobarde que nunca supo
cómo abrazarlas después de la noche del terror.
Gambeteadas por legisladores miserables que
cruzan de vereda cuando las ven llegar porque
están demasiado ocupados en las tranzas
chiquitas que garanticen la continuidad de sus
ingresos.
Absolutamente silenciadas por los medios masivos
de difusión que nunca cuentan la historia
cercana porque prefieren detallar lo que pasa
lejos, no sea cosa que a “las locas de los
pañuelos” se les ocurra –una vez más- hablar con
la verdad, y les arruinen algún negocio.
Nuestras Madres rosarinas.
Indómitas. Insumisas. Rebeldes.
Mujeres habitadas por una historia que sigue
encontrándolas en las calles.
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Imagen: Carina Barbuscia sobre fotos de
Alapalabra
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