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Por Jorge Cadús / 28 de Septiembre de 2012
LA HISTORIA DE YVES Y CRISTINA
AMOR EN OTRAS PALABRAS

A fines de septiembre de 1976, un grupo de tareas del Comando del 2° Cuerpo del Ejército secuestró a Yves Domergue y Cristina Cialceta. La pareja de jóvenes militantes del PRT-ERP fue asesinada y desaparecida. En agosto de 2010, y gracias a una investigación de alumnos de una escuela de Melincué, pudo recuperarse su historia. Una historia de amor, militancia y voluntad.

Audio: Eric Domergue - Hermano de Yves Domergue



"Un grito y un silencio, un momento / para jugar en la vida a todo o nada.
Yo que hasta ayer dije amor, ahora hoy digo patria, / que es como decir amor:
amor en otras palabras".
Amor en otras palabras. Rafael Bielsa / Alberto Callaci

ENCUENTROS
Yves Domergue nació el 8 de agosto de 1954 en París, Francia.
Era el mayor de nueve hijos de un matrimonio francés que se instaló entre 1959 y 1974 en Argentina. Cuando su familia regresó a su país natal, Yves permaneció en el país que había elegido para hacer su vida y para cursar la carrera de Ingeniería en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Yves era también militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Un testimonio recuerda que Yves Domergue "estuvo a cargo de los equipos de seguridad del grupo armado que comandó Mario Santucho", el Ejército Revolucionario de los Trabajadores (ERP).
Eric Domergue, hermano de Yves, relata así los comienzos de aquella militancia: "por un lado estuvo ese contacto con distintas poblaciones argentinas, porque viajábamos un montón pero haciendo campamentos, a dedo, conociendo la realidad de la gente del norte y del sur del país, de este país que nos parecía tan enorme, especialmente viniendo de Europa. Entonces por un lado estaba esa conciencia social que fue despertando, y por otro no olvidemos que estábamos en la década del setenta. Yves terminó la secundaria en el año 71 y comenzó la universidad en Ingeniería, que por esos días era una explosión de participación y compromiso político. Eso lo llevó primero a un compromiso social, luego a uno estudiantil y finalmente político, ya mucho más fuerte cuando ingresó al PRT".
En sus habituales viajes a Rosario, Yves Domergue conoció a Cristina Cialceta Marull, nacida en 1956 en México, hija única de un matrimonio de argentinos.
Su padre, Ignacio Jesús Cialceta, militar, había sido funcionario del gobierno de Juan Domingo Perón, con un exilio forzoso en México a partir de 1955, y radicado en la década del 70 en Rosario, donde estaba a cargo de la delegación del Servicio de Inteligencia del Estado (Side).
Cristina era también militante del PRT.
Lechuga y la Mexicana -como los apodaban sus compañeros- no tardaron en convertirse en pareja.
Dice Eric que "en esa militancia, Yves pudo conocer a Cristina, que también militaba en el PRT: fueron pareja, pudieron quererse y estar juntos un tiempo hasta que los mataron".

AUSENCIAS
Desde Rosario, a mediados de septiembre de 1976, Yves le envió la última carta a Eric.
"Hay que situarse en la época, estábamos en dictadura. Para cuidarme, él podía ubicarme a mí pero yo no a él y teníamos un sistema de citas. Yves se iba unos días pero siempre regresaba, hasta que un día no volvió más", relató Eric. Durante dos meses, Eric volvió varias veces a los lugares habituales de encuentro, hasta que decidió denunciar la desaparición de su hermano.
"Era como si a Yves se lo hubiera tragado la tierra", graficó.
Eric partió a un exilio obligado, para retornar al país recién en 1983.
Las desapariciones desataron reclamos de la Embajada francesa en la Argentina, incontables trámites realizados por su familia ante los gobiernos de Argentina y de Francia, organismos internacionales, humanitarios, religiosos y otros, así como ante las autoridades y legisladores de los Estados Unidos de América, acompañado por una intensa campaña en los medios.
Sin embargo, no se consiguió respuesta alguna de las autoridades argentinas.
La detención nunca fue reconocida por la Junta Militar, pese a los recursos de "habeas corpus" interpuestos por el padre de Yves, Jean Domergue, quien viajó especialmente a la Argentina para iniciar su búsqueda pocas semanas después de su desaparición; y formó luego la Asociación de Familiares y Amigos de Franceses Desaparecidos y Detenidos en la Argentina y el Uruguay, con residencia en París, que presidió durante largo tiempo.

LOS DÍAS PERDIDOS
Yves y Cristina, fueron interceptados y secuestrados por una patrulla del Ejército argentino después del 20 de setiembre de 1976 en la ciudad de Rosario; y trasladados al interior de la base militar Batallón 121 de Comunicaciones.
No existen testimonios de rastros ni testigos directos del secuestro.
No hay tampoco pistas ni relatos del paso de la pareja por los centros clandestinos de detención que funcionaron en la región.
El 3 de octubre de aquel '76, María Elena Marull, madre de Cristina, recibió un llamado telefónico anónimo a la casa de un tío, donde apenas le decían: "no la busquen más a Cristina, la matamos".
A partir de ese momento, la mamá de Cristina comenzó a recorrer hospitales, morgues, centros militares. Pero se le cerraron todas las puertas.
En 1980, cuando se cumplían 4 años de ese 20 de setiembre de 1976 -que fue la última vez que ve a su hija- María Elena escribe una carta desesperada al general Jorge Rafael Videla. Tampoco obtuvo respuestas.
Ignacio Cialceta llegó a confiarle a María Elena -su ex esposa- que "no descartaba que la muerte de Cristina haya sido por sus denuncias en la SIDE". El militar se refería a las presentaciones contra sus superiores que terminaron con un sumario y su desplazamiento del cargo.
El 11 de noviembre de 1976, la Comisión de Familiares de Presos Políticos hacía llegar una carta al Embajador de Francia en Argentina, donde relataba -refiriéndose al caso de Yves Domergue- que "en nuestra carta anterior dábamos como fecha de su desaparición, el día 5 de octubre pasado. Hoy sabemos positivamente que se produjo a fines de setiembre (sin poder especificar exactamente el día), y que fue detenido en la vía pública por una patrulla militar. Sabemos también que fue llevado a las instalaciones del Batallón de Arsenales 121, con asiento en Rosario, donde posiblemente permanezca en estos momentos. Son elementos más que concretos para exigir su reconocimiento como detenido por las fuerzas militares..." señalaba esa carta.
Las noticias sobre el lugar y el modo de la desaparición de Yves llegaron a manos de su padre por medio de una carta anónima, como lo relató el mismo Jean.
En 1977, el padre de Yves denunció por nota la desaparición al entonces interventor de la provincia de Santa Fe, vicealmirante Jorge Aníbal Desimoni. Los reclamos siguieron a lo largo de los años, con la presentación de tres hábeas corpus en las Cámaras Federales de Buenos Aires, Rosario y La Plata; y las denuncias internacionales. En su largo recorrido en busca del hijo, Jean Domergue intentó entrevistarse con el almirante Emilio Eduardo Massera. El contacto era un santafesino: Luis Sobrino Aranda, como lo recordó el abogado Jean Pierre Lhandé.
En agosto del año 2001, la abogada francesa Sophie Thonon viajó a Rosario, para recabar pruebas sobre la desaparición de Yves Domergue. La letrada confirmó entonces que "el dato que más se repite es el que da cuenta que el joven habría estado detenido en el Batallón de Comunicaciones 121. Después no sabemos absolutamente nada de lo que pasó".

EL HALLAZGO
La pareja fue asesinada el 24 de septiembre de 1976.
Yves tenía 22 años y Cristina 20.
Los cuerpos hoy identificados por el EAAF fueron encontrados a las 15:25 horas del viernes 26 de septiembre de 1976, dos días después de producidas las muertes, a la vera de la ruta Provincial N° 177, a 5 kilómetros al sur de la localidad santafesina de Carreras, en el campo de Agustín Buitrón, y –según reza la causa judicial- "corresponden a una pareja de jóvenes de 20 años, encontrados muertos por disparos".
De acuerdo al expediente, tramitado en el Juzgado de Instrucción de Melincué, el hombre, de alrededor de 22 años de edad, "vestía un pantalón común, una polera marrón tipo banlon y un saco". La mujer "estaba semidesnuda". Ambos "tenían señales de haber sido torturados y quemados", y cada uno de ellos "tenía la marca de un golpe dado con una itaka cerca del ojo derecho".
En aquellos años de mitad de la década del setenta, la Justicia de la dictadura inició una causa penal, caratulada como "N.N. Causa Homicidio v/N.N. Masculino y Femenino", y tomó fotos y huellas digitales de los cuerpos. El certificado de defunción certificó las muertes violentas, y el 29 de septiembre se los sepultó como NN en la sección A, sepulturas 2 y 3, del cementerio de Melincué. Un testimonio recogido por este cronista sostiene que el costo de los cajones fue pagado con fondos de la Comuna de Carreras.
Se inició entonces una breve investigación que no arrojó mayores resultados: el rastro del saco que vestía el joven condujo "hasta una sastrería de Villa Cañás". A partir de allí, no hubo más avances. Sobre la mujer, "una de las hipótesis manejadas era que desapareció en San Juan", e incluso su foto "apareció en los diarios", sostienen los escritos de la causa.
Como señalara el Juez Carlos Risso años después, la investigación no prosperó debido a "la situación muy especial que atravesaba nuestro país".

AÑOS DE DEMOCRACIA
En 1984, el expediente sobre el hallazgo y posterior sepultura de los jóvenes asesinados en el camino cercano a Carreras en 1976 fue reabierto. Entonces se sumó la información de la existencia de dos tumbas más en el cementerio de Melincué con características similares. Otros dos cuerpos, uno de ellos encontrado en la localidad de Maggiolo, de quienes, de acuerdo al expediente, "se desconoce la identidad".
En 1985, el juez Gustavo García Méndez solicitó un informe al Registro Nacional de las Personas, basándose en las huellas dactilares, pero la respuesta del organismo oficial fue tajante: "al encontrarse inundados los sótanos donde está la información requerida no fue posible la identificación".
Con el juez de instrucción de Melincué, Carlos Risso se reactivó años más tarde el trabajo de identificación de los restos de los cuatro cuerpos sepultados como NN, a partir de los trámites motorizados por el abogado Rogelio D'Angelo.
El 5 de diciembre del año 2000, funcionarios de la Fiscalía Federal de Santa Fe se hicieron presentes en Melincué, respondiendo a un pedido de colaboración de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación, por entonces a cargo de Diana Conti. Para esa fecha se ubicó el lugar del cementerio "donde presuntamente" se encuentran inhumados los cuerpos.
Conti afirmó por entonces que se había interesado en el tema "a raíz de una presentación de un abogado de Firmat".
Desde su reapertura en 1984, el expediente estuvo en manos del juez Carlos Risso, hasta su muerte en un accidente automovilístico, a mediados de abril del 2003.
Ya para ese entonces el juez manejaba la posibilidad de solicitar la asistencia técnica del Equipo Argentino de Antropología Forense y del Banco Nacional de Datos Genéticos para identificar los restos.

EL NUNCA MÁS DE LOS PIBES
En marzo de 2003, casi 27 años después del hallazgo de los cuerpos fusilados sepultados en el cementerio de Melincué, alumnos de la Escuela Pablo Pizurno de esa localidad, acompañados por la profesora Juliana Cagrandi y la directora del establecimiento educativo, María Cristina Farioli, entregaron a Estela Carlotto, un informe realizado por los mismos alumnos con datos sobre el caso.
Desde las aulas, los pibes y pibas de Melincué reunieron información alrededor de la causa sobre el hallazgo de los cuerpos de la pareja de jóvenes asesinados aquel septiembre de 1976, y entregaron ese informe a Carlotto, en su paso por la ciudad de Firmat como representante de Abuelas de Plaza de Mayo.
Un ex empleado judicial, Jorge Basuino, había preservado ese expediente -que en rigor reunía parte de la historia oral de la localidad- a través del tiempo. Basuino, ex sumariante de justicia, fue quien instruyó la causa en 1976. "Tuve siempre la esperanza que apareciera algún familiar. Por eso siempre se cuidó el expediente", cuenta años después. Y asegura que era uno de quienes siempre llevaba una flor a las dos tumbas sin nombre.
Al mismo tiempo, las aguas de la laguna próxima jaquearon también la investigación: el cementerio estuvo a punto de desaparecer entre 2001 y 2004, debido a la inundación. Cuando las aguas se retiraron, las marcas se habían borrado. Pero la memoria de los empleados del cementerio ubicó el lugar donde habían sido enterrados los cuerpos.
La idea de los pibes y pibas era que los datos sean cotejados con el Banco de información de las Abuelas de los pañuelos. Como relataron los alumnos en el Informe a las Abuelas, "reconociendo que somos parte de esta sociedad, y por tanto sólo tendremos una patria digna y justa si nos involucramos en sus problemas, es que decidimos hacer una pequeña colaboración con ustedes a través de la entrega de estos datos".
"Como jóvenes, no queremos que vuelvan a ocurrir estas tragedias, Nunca Más, y así poder vivir en nuestro país en Democracia, donde se nos respete y nos proteja, para sentirnos orgullosos del mismo...", escribieron los pibes del 3º Polimodal de la Escuela de Melincué.
Sin embargo, una vez realizado ese trabajo, los pibes y docentes no cesaron en la búsqueda de verdad y justicia: el 7 de noviembre del 2007, la Escuela Pizurno participó del Programa Diputados por un Día, en el que los alumnos de la provincia elaboran iniciativas de ley y las debaten en la Legislatura provincial. Ese día, la delegación de Melincué presentó un Proyecto de comunicación, solicitando al Poder Ejecutivo, "a través de la Secretaría de Estado de Derechos Humanos de la provincia, proceda a identificar dos cuerpos determinados como NN, enterrados en el cementerio local, tarea que está llevando a cabo el Equipo Argentino de Arqueología Forense".
En el año 2008, el caso se presentó ante la Secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe. Tiempo después, esa cartera solicitó a la jueza de instrucción, Mirta Leale, la reapertura de la causa judicial.

POLÍTICAS DE ESTADO
A partir de la denuncia de Juliana Cagrandi, la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe comenzó a trabajar en la identificación de los cuerpos, a través del Equipo de Investigación, Apoyatura y Seguimiento de Causas Judiciales de Lesa Humanidad.
Ese trámite propició una nueva presentación en el juzgado de Instrucción de Melincué, que permitió que el Equipo Argentino de Antropología Forense exhumara los cuerpos, que se encontraban en la sección A, fosa 2 y 3 del cementerio. Ese equipo viajó a Melincué para entrevistarse con Cagrandi; con la jueza de Instrucción, Elizabet Mangini, para tomar conocimiento del estado actual del expediente iniciado en 1976; con Jorge Alberto Basuino, sumariante del juzgado que había conservado el expediente judicial evitando su archivo o destrucción; con Modesto Peralta, sepulturero del cementerio de la localidad; y finalmente con Juan Rodolfo Rosso, a cargo del juzgado de Melincué en 1976, y con el entonces secretario del juzgado, Gustavo García Méndez.
A principios de junio del 2009, miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) llegaron a Melincué, para realizar pericias en el cementerio de la localidad. Los trabajos intentaban identificar los restos de dos cuerpos sepultados como "NN" en dicho cementerio, en 1976.
En forma paralela, integrantes del equipo de Investigación, Apoyatura y Seguimiento de Causas Judiciales de Lesa Humanidad, se contactaron con Eric Domergue, hermano de Ives Domergue, para informarle de la investigación y "con las precauciones del caso, le planteamos que una de las hipótesis de trabajo era que una de las personas inhumadas como NN, podría ser su hermano, dada una multiplicidad de coincidencias. Lo asesoramos y patrocinamos a los fines de que se constituya en la causa judicial referenciada", indicaron.
El 5 de mayo del 2010, Eric Domergue tuvo la confirmación de que uno de los cuerpos era el de su hermano. El 1º de julio llegaron al Juzgado de Instrucción de Melincué los resultados de los cruces genéticos realizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense, los cuales afirmaron con certeza que estas dos personas son Yves Marie Alain Domergue, ciudadano francés, y Cristina Cialceta Marull, ciudadana mexicana.
De inmediato, el juez de la localidad, Leandro Martín, anunció oficialmente a los familiares la identificación de la pareja.

UN DÍA DE JUSTICIA
La identificación de los restos de Yves y Cristina se convirtió en prueba en las causas por delitos de lesa humanidad tramitados en Rosario. La desaparición de Cialceta, en septiembre de 1976, es uno de los 93 casos que se investigaron en el juicio oral contra el ex comandante del Segundo Cuerpo del Ejército, Ramón Genero Díaz Bessone.
En el juicio -que comenzó a finales de julio del 2010 en el Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) de Rosario- Díaz Bessone fue acusado de 17 casos de homicidio, entre los que se encuentra el de Cialceta.
En el marco de esa causa, el 1 de marzo de 2011 declaró como testigo Eric Domergue.
Su relato fue contundente, y aportó un fenomenal caudal de pruebas, a través de documentación desclasificada de la SIDE que obtuvo en el marco de una investigación propia, en la cual logró acceder "a un sumario del Comando en jefe del Ejército, confidencial y secreto, cuya causa es insubordinación, instruido a Ignacio Cialceta".
Esos documentos -amplió Domergue- "dejan traslucir que Cialceta había denunciado por corrupción y malversación a personal de la SIDE, y en particular al coronel Margestau, que era su superior en aquel entonces. También criticaba los propósitos por los cuales se había dado el golpe. Eso provocó que el 14 de mayo del '76 sea desplazado de la SIDE".
Eric detalló también que en ese expediente "hay varias referencias a lo que Cialceta denomina 'el asunto de mi hija', donde dice 'dos meses después de mi relevo mi hija es asesinada en Rosario'".
Domergue leyó otro pasaje de los documentos que ofreció al tribunal, en el que el padre de Cristina declaraba que se estaba "jugando la vida hace varios meses investigando en el lugar donde se mueven los asesinos y cómplices del asesinato de mi hija"; y entregó además el expediente donde consta que fue el propio general Ramón Genaro Díaz Bessone -jefe del Comando del Segundo Cuerpo- quien le pidió a Otto Paladino que desplazara a Cialceta de su cargo.
El Tribunal Oral Federal 2 terminó condenando en el mediodía del lunes 26 de marzo de este año a prisión perpetua a Ramón Genaro Díaz Bessone, ex jefe del II Cuerpo de Ejército, y al ex policía José Rubén Lofiego. Al mismo tiempo, condenó a Mario Marcote a 25 años de prisión, a Ramón Rito Vergara 12 años de prisión, y a José Scortecchini a 10 años. Todas las condenas efectivas y en cárcel común.

HOMENAJES
"Cuando Eric me anunció la confirmación casi me desmayo", señaló Beatriz Buitrón. Su padre, Agustín, fue quien encontró los cuerpos aquel 26 de septiembre de 1976. El molino de agua sigue allí, pero el campo de producción ganadera se transformó hoy en un sembradío de soja. Agustín "murió en 1993 pensando que nunca sabríamos qué había pasado con estos chicos", recuerda su hija.
Los alumnos que en el 2003 encabezaron la reapertura de la causa tienen hoy, en promedio, 24 años. Nacieron en la Argentina de 1986. Una de las ex-alumnas, Jacqueline Rasera, cuenta que "esto es inimaginable para nosotros, algo abstracto. Los horrores que nos contaban eran de otra época". Y Alejandro Ceppi, otro de los ex-alumnos, certifica que "este informe nos abrió la cabeza. Ahora esto forma parte de nuestra historia".
"Encontramos a mi hermano y a su novia. Fueron identificados. Después de 34 años de desgracia, sentimos alivio por encontrarlos y también por saber que sobrevivieron poco y nada en mano de los asesinos", señaló Eric Domergue. El miércoles 29 de julio del 2010, la presidenta Cristina Fernández encabezó un homenaje a las víctimas en la Casa Rosada. Allí estuvieron presentes los familiares de las víctimas, y los jóvenes y directivos de la escuela que, en el 2003, reactivaron el caso.
"Todo homenaje es merecido, por lo que fue, por lo que luchó. Qué esto sirva, que por un instante Yves represente a los 30.000 desaparecidos", consignó entonces Eric.

Unos días después, el pasacalle colgado por los alumnos frente a la Escuela Pizurno, en Melincué, sintetizaba una historia de amor en otras palabras: "Yves y Cristina. Venimos a decirles que valió la pena".

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Imagen: Carina Barbuscia / Fotos: www.yvesdomergue.co

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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