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Por Ariel Palacios / 21 de Septiembre de 2012
CENTROS DE ESTUDIANTES EN SANTA FE
ESTOY VERDE: NO ME DEJAN SALIR

Las organizaciones de alumnos de los niveles medio y terciario no sólo forman parte de la historia política argentina, sino que en su presente se cifran las claves de una democracia por ampliar. En Santa Fe existe todavía una deuda enorme, heredada de la última dictadura militar, que prohibió el funcionamiento de los Centros de Estudiantes. Entre la desidia y el temor a la política concreta desde las aulas, los gobiernos de la democracia mantuvieron esa proscripción. En el mes de los lápices, una crónica necesaria.




En el punto exacto en que el miedo a lo nuevo hace esquina con el prejuicio, una sentencia de hierro suele alzarse como una verdad a secas. "La juventud está perdida", puede oírse, aunque la realidad se encargue cotidianamente de poner en discusión tan lapidaria frase.
Una postal que viene a contradecir la idea que asocia a los jóvenes con el desinterés por los proyectos colectivos, o que alerta sobre su potencial peligrosidad, es la que nos remite al compromiso político.
Al respecto, no son pocos los que afirman que a partir de la primera década del siglo XXI, la que marcó un cierto corte con los valores ligados al individualismo y la apatía propios de los años ’90, transitamos un camino en que juventud y participación parecieran renovar sus lazos. Desmedida o no, dicha opinión guarda una cuota de incógnita a la que es preciso acercarse, y a la que se hace necesario pensar en función de lo que pasa en nuestra provincia. Los modos de organización juvenil, su sustento legal y sus aportes, tal vez puedan decirnos algo más sobre el tema.

LIMBOS
Son organizaciones fundamentales si de hacer valer derechos se trata. Pero en Santa Fe su regulación es, para ser suaves, difusa. Son organismos representativos de los jóvenes, a partir de los cuales se generan múltiples actividades, pero la democracia tiene una deuda con ellos y, como apostilla, las comunidades no suelen estar al corriente de lo que estas agrupaciones promueven. Hablamos de los centros de estudiantes secundarios y terciarios, de su presente, de sus iniciativas y de la búsqueda de normas que, de una vez por todas, los rescate del limbo legal al que la última dictadura los condenó, y que atenta contra sus posibilidades de existencia y crecimiento.
Sabido es que durante décadas los centros de estudiantes fueron fortaleciéndose, alcanzando hacia las décadas de 1960 y 1970 un protagonismo que el último régimen militar se empeñó en borrar, prohibiciones mediante. Los lastres de esa decisión marcaron asimismo la etapa democrática iniciada en 1983, y en Santa Fe el ejemplo es claro.
Hagamos un poco de historia.

LA APERTURA Y SUS LÍMITES
Con el gobierno constitucional encabezado a nivel país por Raúl Alfonsín, las normativas que regulaban la actividad estudiantil sufrieron cambios. Eso es lo que se desprende de la lectura de la Circular Nº 38 de la Dirección Nacional de Educación Media y Superior, del 28 de marzo de 1984.
La misma señala en uno de sus puntos más salientes: "Los Rectores o Directores autorizarán el funcionamiento de asociaciones de estudiantes, con el fin de procurar la formación integral de los alumnos y su participación cívico-democrática, y posibilitar en el marco jurídico y disciplinario propio de la escuela media, actividades curriculares y extracurriculares de carácter cultural, social o deportivo, que permitan el ejercicio de la solidaridad, la convivencia, el respeto mutuo y el accionar gradual protagónico y responsable para el mejoramiento de las instituciones".

Por su parte, Santa Fe dio otro paso en 1988. El 14 de julio de aquel año la legislatura provincial sancionó la ley 10.195, que en su artículo primero "autoriza el funcionamiento de Centros de Estudiantes en establecimientos de nivel medio dependientes del Ministerio de Educación de la Provincia".
Dicha norma venía a desactivar el decreto 817, integrado al Anexo del Reglamento General para las Escuelas de Enseñanza Media y de Educación Técnica santafesinas, que desde las épocas del régimen militar establecía que "los Directores, al igual que los profesores y el personal administrativo jerárquico del establecimiento, no atenderán bajo ningún concepto representaciones colectivas de los alumnos ni por sí ni por los llamados centros o entidades estudiantiles".
Si nos quedamos con estos datos, podríamos concluir que las organizaciones de estudiantes gozan desde los años ’80 de un amparo legal y democrático pleno: Nación y provincia así lo habrían determinado. Pero resulta ser que las cuentas no están saldadas.
Veamos por qué.

LOS VIEJOS VINAGRES
Si, como recién señaláramos, en 1988 la buena nueva fue que el poder legislativo de Santa Fe habilitó el funcionamiento de los centros de estudiantes, la contracara de la noticia fue un "descuido" que, al parecer, y hasta hoy, nadie se ha encargado de remediar: la ley no tuvo reglamentación por parte del Ministerio de Educación provincial.
Es decir: nunca pudo hacerse efectiva, y el decreto de la época de la dictadura, el 817, siguió su curso en períodos de vigencia de la Constitución como si tal cosa.

A su vez, las escuelas nacionales tampoco pudieron cobijarse mucho tiempo bajo el paraguas legal de los primeros años de la democracia, ya que en 1994 pasaron a la órbita provincial merced a las políticas de achicamiento estatal llevadas adelante por el menemismo. Por lo tanto, las ex nacionales también quedaron bajo el "escudo protector" del decreto 817, que permite el agrupamiento de los alumnos en clubes colegiales, una modalidad organizativa distinta, tendiente a la colaboración escolar.

¿Cómo quedaría entonces la situación de los centros de estudiantes al día de la fecha?
De hecho existen, pero su funcionamiento depende de la decisión o no de las direcciones de las escuelas. Dicho de otro modo: los centros no son un derecho organizativo pleno que tienen los estudiantes secundarios, sino que su existencia está sujeta a la mayor o menor apertura de las entidades educativas. Por ende, habitan ese paisaje difuso en que se mezclan normativas sancionadas por gobiernos ilegales, las inquietudes o bien las clausuras institucionales, las voces de los pibes y la necesidad de ampliar cada vez más las reglas de la democracia.
Igualmente, las noticias no terminan acá.

PROYECTO DE LEY
Eduardo Toniolli, diputado provincial por el PJ, presentó ante la legislatura un proyecto de ley a los fines de regular y promover plenamente la organización de los centros de estudiantes secundarios y terciarios en Santa Fe.
En palabras a los medios de comunicación, Toniolli expresó que el proyecto apunta a "garantizar el efectivo cumplimiento del derecho de agremiación de los estudiantes, en organismos integrados exclusivamente por quienes revisten en el carácter de tales, sin injerencia de directivos y sin que su constitución esté sujeta a la voluntad de estos últimos".
La citada iniciativa insta al Ministerio de Educación a repartir un ejemplar de la nueva norma por estudiante durante los primeros treinta días de cada ciclo lectivo, y a garantizar la publicación de la misma en lugares visibles en cada uno de los establecimientos de la provincia, sean estos públicos o privados.
De concretarse, la ley vendría a saldar la historia de deudas que hemos desmenuzado. En los ámbitos educativos se está a la espera.

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Imagen: Archivo Postales



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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